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    Duarte de Ochoa

    Álvaro Belin Andrade

    Hora Libre

    No cabe duda de que en Veracruz los preámbulos sucesorios se adelantaron demasiado y que muchos llaman a procesión para el entierro de un gobierno que, aunque enfermo y en cuidados intensivos, todavía respira, a la espera ciertamente de un trasplante financiero que le permita salvar el pellejo y vivir su senectud con cierto alivio.
    Conforme pasan las semanas pareciera aclararse el panorama sobre quiénes aparecerían en las boletas electorales de 2016, pero esto podría ser un mero espejismo. Ya sabemos que las patadas debajo de la mesa arreciarán y que los interesados en mantener el poder político en el solar jarocho harán hasta lo indecible (sobre todo, actos ilegales y delictivos) para hacer tropezar a los más visibles, que no son precisamente de su agrado.
    Es evidente que en los últimos días tres personajes han entrado en un tobogán de debilitamiento político que no puede atribuirse a la cercanía de los comicios locales, sino a su propia trayectoria.
    Por un lado, el desprestigio nacional e internacional por el asesinato de periodistas, que persigue sin denuedo al gobernador Javier Duarte de Ochoa, aún si él no estuviera involucrado directamente en los hechos; ello se suma a la grave crisis de las finanzas públicas que, en sus casi cinco años al frente del aparato estatal, ha impedido acciones de infraestructura y de toda índole que hubieran permitido incidir en el desarrollo de Veracruz.
    Por otro, el escándalo en torno a acciones de intimidación a medios de comunicación y periodistas del estado y el país, en que ha sido involucrado el exgobernador Fidel Herrera Beltrán, con todas sus letras, para borrar un testimonio gráfico incómodo que lo exhibe cabalgando junto a Pancho Colorado Cessa, empresario vinculado al crimen organizado que es enjuiciado en los Estados Unidos.
    Y, por último, una sospechosa relación con este mismo individuo por parte del próximo diputado federal panista, Miguel Ángel Yunes Linares quien, sin embargo, tendrá un poder creciente una vez se incorpore a la Cámara de Diputados, bajo el manto protector del nuevo dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya.
    Para el caso de los dos primeros, estas circunstancias los debilitan para incidir en la elección del candidato priista en 2016, al menos si las cartas –como no es el caso– se jugaran abiertamente. Pero hay que pensar en las mañas que adornan a Fidel Herrera.
    En el caso de Yunes Linares, lo más seguro es que no pesen en la definición panista sus antiguos encuentros con Pancho Colorado, ni que este lo acuse en el juicio que enfrenta en Estados Unidos de tenderle trampas como la de agregarle el delito de haber tratado de comprar a un juez, según la entrevista que le hizo la revista Proceso.

    Lo cortés no quita lo valiente

    En los últimos días he tenido oportunidad de observar y escuchar a tres personajes que están creciendo en términos de sus aspiraciones para enarbolar el próximo año la bandera de un partido o de irse por la libre como candidato independiente: el senador José Francisco Yunes Zorrilla y el titular de la SIOP, Tomás Ruiz González, por el PRI, y Gerardo Buganza Salmerón, quien buscaría por segunda ocasión la gubernatura, ahora como candidato independiente.
    Con Pepe Yunes y Tomás Ruiz, la oportunidad la pintó un gran amigo de sus amigos, Armando López Contreras, quien el martes festejó su cumpleaños por el rumbo de Cinco Palos, en su natal Coatepec. Con Buganza, una comida que reunió al Grupo de los Doce al que, amablemente, me ha agregado Sergio González Levet.
    Hay quienes apuntan que el martes Pepe Yunes no mostró el músculo que le ha caracterizado, sobre todo a partir de que –y eso es parte de la leyenda, al menos por lo poco que se ha sabido– se reunió con el gobernador Javier Duarte de Ochoa en Perote para aterrizar un plan consensuado para lograr la reestructuración de la deuda pública estatal, un tema al que se refirió Duarte en su conferencia de prensa del lunes, en respuesta a un reportero, en que buscó aclarar que la reestructuración la hará su gobierno y no el senador.
    Como quiera que el presidente de la Comisión de Hacienda del Senado de la República ha insistido en el tema públicamente y, según versiones, habría logrado el apoyo del presidente Enrique Peña Nieto y del secretario Luis Videgaray para recomponer las finanzas públicas de Veracruz, haciendo a un lado las vicisitudes de su alejamiento con Duarte, es claro que si quiere ser candidato a sucederlo y eventualmente lograr el triunfo en los comicios del próximo año, a Pepe le interesaría sembrar las condiciones para que su gestión de dos años no pase por un rosario de quejas y justificaciones por una deuda que lo maniataría incluso para pagar la nómina.
    Y sí, en la comida de Cinco Palos, a la que acudieron políticos de varios partidos y equipos y periodistas de toda la paleta de colores, incluso críticos con (y víctimas de) el régimen como Marijose Gamboa, Pepe Yunes actuó amable y optimista, por un lado, y por otro, respetuoso con su anfitrión y sus invitados, entre los que se encontraba el actual secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Tomás Ruiz, quien acusó un extraordinario sentido del humor y una gran capacidad para abordar los temas de su agenda institucional, aunque todos sabemos que también busca la candidatura.

    Tomás Ruiz, la bisagra

    La busca, la busca y no la busca, dirían los yucatecos, porque para todos resulta claro que Tomás Ruiz González la tiene muy cuesta arriba si enfrente se ubica, por ejemplo, Pepe Yunes, a menos que busque la candidatura para sucederlo en 2018.
    Todos vimos que le une con Pepe una gran simpatía y, si a temas de finanzas públicas se refiere, una poderosa coincidencia: solo habría que recordar que fue el primer Secretario de Finanzas y Planeación del gobierno que fenece, al que renunció una vez que observó que sus estrategias de contención del gasto y reestructuración de la deuda heredada por Fidel Herrera no serían respetadas ni aplicadas. Como finalmente sucedió.
    Pero Pepe Yunes no ha dejado de insistir en sus críticas hacia el gobierno de Javier Duarte. Que no se haya prodigado en observaciones de ese talante durante la comida de su amigo nos muestra a un político que sabe actuar con caballerosidad. Ahí fue a festejarlo y a convivir con quienes le apoyan, le buscan o quieren conocerlo.
    Por cierto, el otro aspirante priista, el senador Héctor Yunes Landa, acaso por respeto a Pepe que, en la segunda quincena de septiembre rendirá su informe de actividades legislativas en pleno Malecón del Paseo del Puerto de Veracruz, ha disminuido su presencia política en la entidad e, incluso, recientemente estuvo en Estados Unidos con la comunidad mexicana de California.
    Hay que recordar que el peroteño también le había dejado todos los reflectores cuando el de Soledad de Doblado hizo su informe en Boca del Río, en presencia del gobernador Javier Duarte, lo que a muchos pareció una especie de claudicación del también senador veracruzano.
    Ya veremos en los próximos meses qué ocurre con el muy anticipado proceso de sucesión en Veracruz. Dejaré para mañana lo que me pareció Gerardo Buganza Salmerón, quien no es un improvisado en las lides electorales, como lo demostró cuando fue candidato del PAN a la Gubernatura y todo mundo habla de que el triunfo logrado le fue arrebatado por la magia de Fidel Herrera Beltrán para frustrar la mejor oportunidad histórica para que Veracruz viviera la alternancia en el poder.

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