…la entrañable transparencia,
De tu querida presencia,
Comandante Che Guevara.
Carlos Puebla
Gustavo Avila Maldonado
Vivencias y Anécdotas
En ocasiones nos referimos a un mito como una alusión de algo falso o poco creíble, otras veces usamos el término como una expresión de verdad o lo introducimos con diversas connotaciones llegando, incluso, a la fantasía; sin embargo, el escenario más común es aquél en el que vinculamos al mito con la realidad, en donde se da cuenta de hechos históricos que se saborean y se recogen en la memoria, tal es el caso de un personaje que oscila entre ambos “lados de la moneda” y que permanece en la memoria de algunos, por un lado, como símbolo de resistencia, defensor de las injusticias, generoso con los oprimidos, implacable con los traidores; que es la imagen que siempre he tenido del «Che», y por otro, como despiadado, cruel, asesino y terrorista internacional: Ernesto Guevara de la Serna, el Che.
Este líder socialista – de los más destacados en América Latina- y guerrillero nacido en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, curiosamente de donde es originario el Papa Francisco, descendiente de una familia aristócrata y acomodada, graduado de medicina, conoció a Raúl Castro en la Ciudad de México y éste lo presentó –una noche de julio de 1955- a su hermano Fidel con quien prepararía la Revolución Cubana.
Se dice que el Che, al llegar a la Capital, rentó un departamento en el Centro histórico; ávido lector y apasionado por la filosofía, durante las noches en las que su amigo Julio Cáceres trabajaba como velador en la librería del Fondo de Cultura Económica, lo acompañaba para leer sin tener que comprar los libros. Frecuentaba la Hemeroteca Nacional y entró a la UNAM como oyente en las clases de Economía. Trabajó como voluntario en el IMSS, como fotógrafo de la Agencia Latina de Noticias y hasta vendedor de juguetes y Fotografo en la Calzada del Niño Perdido.
Esta era la parte humana de Ernesto, el líder sencillo y desinteresado, cuyo retrato (titulado Guerrillero heroico) tomado de manera espontánea por Alberto Korda, el 5 de marzo de 1960, ha sido uno de los más reproducidos mundialmente en la historia de la fotografía. Su imagen –presente en posters, camisetas y toda clase de souvenirs- como icono revolucionario, se ha convertido en una marca más del capitalismo al que siempre quiso destruir y del cual se decía que “es el genocida más respetado del mundo”.
El Che, debido a la popularidad de algunas de sus frases, ha sido el ídolo de algunos estudiantes y adolescentes de izquierda: “Prefiero morir de pie, a morir arrodillado”.
Resulta habitual y poco sorprendente que la gran mayoría de sus seguidores no conozcan esa historia que se difunde del “héroe” a quien rinden un culto exacerbado, al mito que representa la antípoda de lo que era: un tipo maquiavélico, déspota, racista y asesino. Cuentan quienes compartieron el entrenamiento militar en México con él, que su desprecio hacia los cubanos se hacía sentir y éste se extendía a los negros y a los mexicanos a quienes constantemente menospreciaba. Miguel Sánchez “El coreano”, instructor militar reclutado por Fidel Castro, cuenta que “él despreciaba a los negros’”. Acostumbraba humillar a sus hombres y castigar con muerte sin juicio previo. Ostentaba todas aquellas cosas que alarman a la sociedad actual, algunas de las cuales existe testimonio escrito por él mismo, como aquél en donde expresa lo que hoy se advertiría como uno de los fundamentos de terrorismo moderno:
“Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite.”
Mensaje a la Tricontinental. (1967)
El Che Guevara fue asesinado hace 48 años, el 9 de octubre de 1967, en Bolivia luego de iniciar un movimiento minero y campesino. Del mismo modo que en su vida, su muerte gira en torno al mito. Ningún hombre escapa a las cualidades que lo redimen, compete a cada quien discernir en cuanto a la forma que adoptan los hechos con base en la investigación o recurriendo a criterios que consideremos apropiados. La historia es basta, tan rica que obliga a quien se interna en ella a desprenderse de prejuicios y esquemas prefabricados, a hacerse preguntas, a cuestionarse si son hechos legítimos o puros cuentos mitificados.
“Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden […] El Che, al verme dijo: ‘Usted ha venido a matarme’ […] ¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”.
Sargento Mario Terán. (1977)
Hacer Comentario
Haz login para poder hacer un comentario