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    Doctor House

    Gustavo Avila Maldonado

    Ruizcortinadas

    En el consultorio, el paciente le muestra a su médico los resultados de sus análisis.
    El médico los analiza con rostro preocupado y dice al paciente:
    – Tendremos que mandar a hacerle una plaquita.
    – ¿De tórax, doctor?
    – No… de mármol.
    ¿Quién no ha escuchado decir que la risa es la mejor medicina, que es la cura del alma o alguna otra acepción parecida? Yo sí, y últimamente se torna más habitual este comentario pues, incluso, diversos estudios han demostrado que la risa afecta a todo el organismo de manera benéfica aportando no sólo una sensación de satisfacción y bienestar, sino que combate la depresión, la ansiedad y el estrés tan asociados a la vida moderna. Muchas veces no alcanzamos a imaginar siquiera todas las bondades que conlleva una buena dosis de carcajadas, ya que el cuerpo genera estímulos más fuertes que los propios narcóticos: las endorfinas; esos analgésicos naturales que, en el cerebro, producen estados de felicidad ¡y no sólo eso!, también nos protegen de infecciones y nos ayudan a ser más resistentes a enfermedades como la hipertensión, la diabetes ¡y hasta el cáncer!
    He aquí la importancia y la respuesta al por qué, en la actualidad, hay médicos que han hecho de la risa su forma de trabajo, generando clínicas alrededor del mundo, especializadas en terapia de la risa como un medio para aliviar cualquier padecimiento. Y que conste que, aunque pudiera tener cierta semejanza, no me estoy refiriendo al doctor Chapatín –interpretado por el fallecido Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” – quien, con sus métodos poco ortodoxos, intentaba paliar las enfermedades de sus pacientes no sin antes cobrar la consulta por adelantado. Chapatín lograba arrancar sonrisas muy a su estilo, ingenioso, satírico, burlesco, gruñón con un humor negro casi improvisado. Ya con este antecedente podemos ver en quién basó su personaje (aunque más bien antipático, excéntrico y poco convencional) Gregory House; el doctor House de la serie norteamericana homónima, quien trataba a personas con padecimientos extraños y cuyos diagnósticos, en la vida real, en 2012 lograron salvar a una paciente alemana de 55 años, gracias a que su médico recordó un caso similar transmitido en la ficción televisiva. Este es, sin duda, una muestra de lo que hace un libreto bien hecho, más allá del simple entretenimiento.
    – – Tiene usted un parásito
    – ¿Un parásito? ¿Tengo la solitaria?
    – No, tiene uno de esos parásitos que salen a los nueve meses.
    – Normalmente las mujeres se encariñan con ellos, les compran ropitas los llevan al parque y le ponen un nombre. Mire tiene sus ojos.
    Dr. House
    La televisión, lo mismo que el cine y la literatura, se han valido de la figura del médico para crear personajes que se han convertido en hitos y manifestaciones de las épocas en las que se sucedieron. Así tenemos a las doctoras Quinn y Dana Scully (X Files), o a doctores como Jekyll, Hannibal Lecter, Henry Frankenstein, John H. Watson (Sherlock Holmes), Abraham Van Helsing (Drácula), Dr. No (James Bond), y Salvador (El señor doctor), interpretado por el inolvidable Mario Moreno “Cantinflas”, Dr. killdere, Dr. Path, por citar tan sólo algunos de los muchos personajes que existen y que se han concebido como un homenaje a los hombres de ciencia, a los médicos que nos apoyan preservar la salud, a prevenir y curar las enfermedades e, inclusive, a evitar una muerte temprana.
    Estos héroes verdaderos, de carne y hueso, que se suman a las filas de la medicina son muchos. En el segundo trimestre de 2014, nuestro país –según el INEGI- contaba al menos con trescientos cuarenta y tres mil setecientas personas con formación de médico, dedicados a que los hombres y las mujeres no sólo vivan sanos, sino que mueran del mismo modo y lo más tarde posible. Es por eso que, en virtud de la celebración del Día del Médico, que desde 1937 se hace cada 23 de octubre (fecha que, además, coincide con la creación en 1833 del Establecimiento de Ciencias Médicas en la Ciudad de México, antecedente de la actual Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México), hoy escribo en reconocimiento de nuestros galenos mexicanos quienes atesoran en su existencia varios años dedicados al estudio y la práctica de la medicina para prometernos un país con mejor calidad de vida, pleno en salud y lo más alejado de las enfermedades.

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