Armando Ortiz
El Hijo Pródigo
No le vamos a pedir al gobernador Javier Duarte que nos enumere las 99 cosas que en la Secretaría de Seguridad Pública, que preside Arturo Bermúdez Zurita, han hecho bien; no, sería mucho pedir. Pero se la vamos a poner fácil al señor gobernador: cinco, sólo le pedimos cinco cosas que hayan hecho bien en la SSP para entonces poder disculparle la única cosa que les sale mal.
Desde hace muchos años la Secretaría de Seguridad Pública ha estado en la mira de la opinión pública. No se nos olvida lo que sucedió con el caso Gibrán, hemos estado al tanto de las indagaciones que el padre del joven cantante estuvo haciendo; no se nos olvida el caso de los estudiantes golpeados cerca de las oficinas del PRI estatal; no se nos olvidan las agresiones en contra de compañeros de los medios de comunicación y menos se nos olvida lo de “pinches medios” que refleja el sentir de un funcionario público hacia un gremio que constantemente está señalando sus yerros. Tampoco se nos olvida lo que algunos compañeros de los medios están señalando, que “en Veracruz, en los últimos 5 años, hay 40 casos en los que participan policías en el delito de desaparición”.
Es por ello que nos parecen vacías las palabras del gobernador cuando dice: “En Veracruz hay gobernabilidad e instituciones sólidas, el caso de Tierra Blanca lamentable, en temas de seguridad pueden hacerse 99 cosas bien y con que una salga mal ése es el tema, pero aun así los resultados ahí están, los índices delincuenciales ahí están y van de manera clara y puntual a la baja”.
Nuevamente el gobernador da prueba de que vive en otro mundo. Los resultados que él tanto resalta contradicen la realidad; los asaltos, la extorsión y el secuestro no han disminuido en Veracruz, antes bien se han acrecentado. Y eso sólo podría ser posible en caso de que los elementos de Seguridad Pública fueran ineficientes o lo que es peor, que los elementos de Seguridad Pública estén coludidos con la delincuencia organizada.
Sobre esto último, en el caso de los 5 jóvenes desaparecidos, el fiscal del estado, Luis Ángel Bravo ya ha declarado prematuramente que los policías entregaron a los jóvenes de Tierra Blanca a un grupo criminal.
Vayamos nuevamente a las ecuaciones. Por supuesto los policías no harían eso si hubiera un mando firme en la Secretaría de Seguridad Pública. Si las sanciones a los excesos, si las sanciones a las conductas delictivas dentro de las corporaciones policiacas se llevaran a cabo, los policías corruptos se disuadirían de realizar un acto ilícito. Pero el caso es que lo único que les preocupa a estos policías delincuentes es que los “pinches medios” metan las narices en donde nadie los llama; sólo les preocupa que los descubran. Nuevamente, en el peor de los casos los policías ahora acusados, junto con el delegado regional pudieron haber recibido órdenes superiores.
La seguridad en el estado de Veracruz no es una ecuación matemática en la que es tolerable que de 100 actos realizados sólo uno salga mal. Aparte de que no es cierto, ese acto que el gobernador llama fallido en realidad es un acto premeditado, intencional, es un acto criminal cometido por servidores públicos que deberían estar cuidando la seguridad de los ciudadanos.
Eso, eso es lo que más nos duele.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com
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