Luna Nueva
A la publicación de este texto, yo ya salí a votar y espero que muchos jóvenes veracruzanos de las distintas regiones de la entidad hayan hecho lo mismo: ejercer libremente su derecho a elegir a sus gobernantes… gobernador y diputados locales que habrán de representarlos y legislar en su favor, no sólo de ellos sino de todos y cada uno de los ciudadanos asentados a lo largo y ancho de esta grandiosa geografía jarocha, en los dos años siguientes.
Desde hace algún buen tiempo, realizo actividades de tipo social y de carácter político, más que todo, enfocado al tema de los institutos tecnológicos y todo lo relacionado con ellos. Esta es la razón fundamental por la cual he podido platicar con cientos de jóvenes con un alto perfil académico y, sobre todo, unos futuros profesionistas que en poco tiempo egresan y lo más significativo, pronto se incorporan a la planta productiva de Veracruz, de México y del mundo, no exagero, se lo digo en verdad. Los egresados de los Institutos tecnológicos somos cotizados en el mercado laboral, gracias al nivel y empeño que ponen desde las aulas hasta en su vida laboral.
También me percato que en la mayoría de los jóvenes veracruzanos la palabra ‘Política’ les causa una rara sensación que va del rechazo absoluto –y lo peor– hasta un interés mal encauzado, y son pocos, sinceramente hablando, los que le tratan de dar a la palabra ‘Política’ un verdadero sentido social, de servicio y de gestión en beneficio de las causas ciudadanas. En mi opinión, de ahí que veamos algunos jóvenes que se llaman lideres siguiendo sus impulsos y entendiendo la política tal y como le han enseñado o aprendido y no como debería ser en esencia. Pensando como una actividad lucrativa –no como en un arte que es la política– que les dará poder, relaciones, dinero y prestigio si logran triunfar, es decir tener un cargo o un hueso, como ellos le dicen coloquialmente. Creo que aquí está el meollo del asunto. Esta es la idea que debemos cambiar, reencauzar de origen. Y corresponde a ambas partes hacerlo: por un lado, a la familia, grupos organizados y los partidos políticos y demás entes que tienen en sus manos la posibilidad de generar, de crear dirigentes, lideres, representantes en su nombre. Y por el otro, deben ser los jóvenes mismos, quienes cuestionen el papel que han desempeñado hasta hoy en la política. Los jóvenes necesitamos una profunda autoreflexión sobre el tema. Esta es la gran tarea, sin duda.
Aceptemos que los propios partidos políticos, más aún en tiempos de votaciones, nos han hecho creer a los jóvenes que nuestra participación en la política se reduce a la simple acción de participar en elecciones mediante el voto, especialmente en favor de un partido o una persona. Esto no es la democracia participativa, es solo una parte fundamental de ella. Que los jóvenes voten sí es importante pero no es todo. En el tiempo que no haya elecciones, todos los que de alguna forma tenemos la posibilidad, debemos crear conciencia de que los jóvenes somos el relevo generacional indispensable en todo gobierno democrático. No sólo somos la sangre fresca, nueva, como se dice en el argot político. Somos la única posibilidad de un verdadero cambio en todo sentido. Coincido con el famoso Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, considerado uno de los mejores humoristas gráficos de origen argentino: “Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud”.
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