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    Sagarpa

    Elena Córdova

    Luna Nueva

    “La política… no es tener un cargo, no es practicarla a través de la demagogia, sino tener la oportunidad de servir a la población, y que ese servicio genere un cambio positivo para las familias”.
    Mely Romero Celis

    Creo que no hay nada más estimulante para un espíritu emprendedor que leer las llamadas historias de éxito. Estas crónicas vivenciales de personas –en ocasiones tan comunes, como usted y yo– que lograron sus propósitos y metas, a pesar de la adversidad y los retos que enfrentaron, alientan a otras muchas más personas que tienen sueños y propósitos que cumplir: en beneficio propio, su familia o de la comunidad en que viven.
    Las historias de éxito sintetizan en unas cuantas líneas todo un inconmensurable tiempo de esfuerzo y dedicación de quien las personaliza. Tan así, que a veces no se valoran en su justa dimensión, pues al leerlas, no son pocos los que creen que el o la protagonista, aparte de tener una buena idea y un noble propósito, también corrió con un poco o mucha suerte.
    No es así del todo. Lo ilustrativo y ejemplificador de ellas, sin duda recaen, a mi juicio, en creer en uno mismo y que lo que soñamos sí es posible. Lo que significa en primer lugar, que nada ni nadie nos detenga en nuestro propósito. En segundo término, contar con la ayuda, el apoyo necesario e indispensable para lograr cumplir los objetivos. Sin ambos, no creo que se pueda lograr gran cosa.

    Lo que refleja el joven
    Ahora bien, la mayoría de la gente coincide que la etapa de la juventud es el mejor tiempo en el cual las personas comienzan a percatarse de manera más reflexiva, la necesidad de dar sentido a su existencia. En ese sentido, leía en la revista Forbes (Jóvenes o maduros ¿quién emprende más y mejor?, Karsten Strauss) que la edad promedio de los jóvenes emprendedores ronda por los 26 años de edad y que al tener o acceder más fácil al capital, “podríamos ver a equipos de emprendedores más jóvenes hacerse notar”; y agrega que “los jóvenes casi siempre atraerán más atención por lo que representan: vigor, cambio, posibilidades, positividad, belleza, frescura…”.
    De igual forma, un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) Los Jóvenes y la Agricultura: Desafíos clave y soluciones concretas, publicado en el año 2104, señala que “Las personas jóvenes representan un alto porcentaje de la población rural y con frecuencia se encuentran desempleadas o subempleadas, a pesar de la necesidad de fuerza de trabajo que existe en la agricultura. La juventud rural enfrenta muchos obstáculos al momento de intentar ganarse la vida. Esta no percibe a la agricultura como una profesión lucrativa o prestigiosa, y hasta que logre ver oportunidades económicas significativas y ambientes atractivos en las áreas rurales, los jóvenes continuarán migrando hacia las ciudades.

    Arráigate
    En días pasados, la Subsecretaria de Desarrollo Rural, Mely Romero Celis, señaló que el titular de la Sagarpa, Pepe Calzada Rovirosa, “dio instrucciones de solidarizarse y trabajar con jóvenes para que no vean reducidas sus opciones de empleo y opten por emigrar a las ciudades o a otro país”. Para ello se utilizará una estrategia institucional, instrumentada por el Gobierno de la República denominado “Programa Arráigate, Sembrando ideas por un campo joven, incluyente y productivo”, por medio del cual se pretende brindar acompañamiento, capacitación, asesoramiento, incentivos y vincular a este sector (joven) de la población con las cadenas de valor y proyectos productivos innovadores.
    La subsecretaria de Desarrollo Rural de la Sagarpa, Mely Romero Celis, señala que “el objetivo central es hacer que los jóvenes del sector rural vean al campo como negocio, que lo dimensionen y que tengan una información más precisa de la importancia de la producción de alimentos, como parte de una estrategia de seguridad alimentaria y del crecimiento económico del país”. Manifestó además que “esta estrategia, enfocada a los jóvenes emprendedores de entre 19 y 29 años de edad, les permite conocer y aprovechar las políticas públicas destinadas al campo y participar en la generación de más de dos mil ideas –en una primera etapa– de nuevos negocios para el campo”.
    Por si fuera poco, lo que hace aún más interesante este noble proyecto es la posibilidad de que los jóvenes pueden participar en otros programas de la Secretaría, vincularse con el sector de inversión pública y privada, lo que les posibilitaría para la obtención de más y mejores créditos y financiamientos, teniendo como única premisa que los proyectos tengan viabilidad y cumplan la visión de impacto económico y social en sus regiones o entidades federativas.
    Sin duda, de llegar a buen puerto, como todo parece indicarlo, este esfuerzo institucional reeditará, parafraseando, con toda certeza el clásico que dice: “Dale un pez a un hombre (joven) y comerá un día; enséñalo a pescar y comerá siempre”.

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