Arturo Reyes González
Burladero
Una discusión más propia de la temporada entre dos amigos simpatizantes del PRI pone el tema a debate: ¿Duarte debe o no ir a la cárcel?, ojo, no pierda de vista que son de inclinación tricolor.
Uno dice que sí, sí debe de caer pero lo debe de meter el presidente Peña Nieto a la cárcel, que no se lo deje a Miguel Ángel Yunes para que éste no lo pueda atribuir como un triunfo suyo, “ya ves, como lo hizo con Bermúdez, ahora resulta que fue él”, señala.
“No, estás mal”, responde el otro, y plantea: imagina que pase un mes después del cambio de gobierno y Miguel esté como gobernador, y pasan tres, seis, ocho meses y nada, no ha ido a la cárcel; es el elemento ideal para que le puedan recriminar al PAN, al PRD y a Yunes Linares que no cumplió con su principal promesa de campaña.
El otro responde: “es peor para el PRI y todos los que aspiran a la renovación del partido, ese mismo punto; esa misma escena la va a agarrar Miguel y le va a decir a la gente: ‘miren, yo ya lo intenté pero el gobierno federal no me apoyó’ y el hecho de que Duarte se pasee impune por Veracruz va a calentar más a la gente y nos va a salir peor; están las elecciones municipales de por medio, a la gente no se le va a olvidar tan fácil”.
Y vuelve el que opina que no entre a Pacho, “no le va a dar tiempo de hacer mucho, y si la federación no lo apoya como él (Miyuli) espera , no va a poder hacer las grandes obras ni las grandes acciones; si lo aprietan y le cierran la llave (de los recursos) no va a cumplir nada y entonces se fortalece lo que te digo: no hay obras, no hay logros y menos alcanza a meter Duarte a la cárcel, entonces no hizo nada”. Claro, añade, “yo no quiero que le vaya mal a Veracruz”.
¡Caray!, pensamos los demás, lo bueno es que le desea el bien a los Veracruzanos.
Y entonces entra el factor tiempo.
El que está a favor de la cárcel destaca: “Pues yo lo veo difícil, insisto, si Duarte y varios otros más de su grupo no van a la cárcel, vamos a perder el 2017 y corre gran riesgo el 2018; es lo mejor que le pueda pasar al PRI, que se limpie de una vez”.
El que no lo quiere adentro agrega: “En el 2018 ya la gente va a estar en otra onda; el malestar se acaba en el 2017, vamos por unas cien alcaldías y para el 2018 la gente no se va a acordar”.
La batalla de argumentos continúa por largo rato, cada uno defiende férreamente su postura.
El resumen es dos posturas encontradas y que por horas y días podrán debatir y tratar de razonar, pero al final no llegan a nada, no hay puntos de encuentro, no hay avance porque nadie cede; uno acusa al otro de catastrófico, el otro responde que el de enfrente es un cegado y obstinado, lo que por cierto manifiesta “llevó al partido a la derrota”.
Son ambos representantes de distintos grupos del PRI que me parece claramente reflejan lo que sucede con los tradicionales y regionales grupos del tricolor a nivel estado: hay posturas, teorías, discusiones y debates pero todavía no encuentros y coincidencias.
¿Cuánto tiempo requieren (los grandes grupos) para ponerse de acuerdo y caminar juntos a la renovación; lo tienen, es todavía buen momento o ya se están tardando? Y otro tópico importante es ¿Quién va a coordinar los trabajos de unidad?
Cuando esto sucede, a mi mente viene una imagen que ilustra a un barco de madera igual a los que aparecen en la célebre película de Disney “los Piratas del Caribe” y que tiene un gran boquete por un costado por donde el agua fluye al interior de manera amenazante, incluso con la fuerte y real posibilidad de hundirlo, mientras los miembros de la tripulación, la gran mayoría viejos piratas, discuten de manera agresiva y pelean en la cubierta por el control de la nave.
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