Elena Córdova
Luna Nueva
Cuando uno termina de estudiar, en los famosos festejos de fin de cursos, muchos futuros ex compañeros nos abrazamos, reconciliamos y perdonamos nuestras pequeñas –a la distancia también insignificantes– diferencias estudiantiles. Todos los que egresamos, en esos momentos, nos fundimos en muchos abrazos y nos prometemos que estaremos en contacto y nunca dejaremos de ser amigos. A los docentes, les agradecemos sus enseñanzas, su paciencia y sus consejos. Eso sucede regularmente, al menos los que tuvimos la invaluable oportunidad de estudiar, sabemos bien que sentimos y vivimos en este tiempo inolvidable para nuestra vida familiar y personal.
Ahora imaginen que la vida le da la oportunidad de regresar a su plantel estudiantil, a su Alma Mater, pero esta vez no solo de visita sino con la posibilidad de ofrecer un poco de apoyo, de dar ayuda a las nuevas generaciones que están casi por egresar ¿a poco no sería algo increíble? Bueno. Pues me siento honrada de compartirles, que hace unos días, tuve la fortuna de hacerlo. Visité nuevamente el Instituto Tecnológico de Úrsulo Galván, y esta vez fue gracias a la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y pesca (Sagarpa) noble institución federal que me brinda la invaluable posibilidad de trabajar y desempeñarme profesionalmente al día de hoy. Sin dejar de mencionar a Mely Romero Celis, subsecretaria de Desarrollo Rural y Paulina Escobedo, mis superiores inmediatos y de quienes he recibido todo el apoyo, orientación y consejos en el desempeño de mis labores profesionales en la subsecretaría de Desarrollo Rural y en el innovador componente “El campo en nuestras manos” de la misma dependencia federal.
El viernes pasado, acudí con la grata noticia de que la Sagarpa a través del Instituto Nacional para el Desarrollo de Capacidades del Sector Rural, A.C. (INCA Rural), otorga incentivos bajo la estrategia denominada “Extensionismo joven” el cual consiste en apoyar a los estudiantes de los últimos semestres o recién egresados de la educación superior, de carreras afines al sector agroalimentario, que realizarán proyectos para desarrollar las capacidades de los pequeños productores y estudiantes; guiados por personal académico de su institución educativa, implementaran proyectos productivos y comunitarios durante tres meses, y lo mejor, obteniendo un incentivo económico, aparte del técnico, de seis mil pesos.
De esta forma, los jóvenes extensionistas realizarán un proceso de intervención y de acompañamiento que mediante asistencia técnica, desarrollo de capacidades y aplicación de tecnologías e innovaciones, contribuirán a elevar las capacidades autogestivas, organizacionales, productivas, administrativas y de comercialización de los pequeños productores rurales y sus comunidades. Al mismo tiempo que, a través de esta acción o acciones, los jóvenes adquieren experiencia del trabajo en el campo. Lo que a la postre significa que el joven egresado ya contará con experiencia básica o suficiente para desempeñarse en su área o campo de trabajo.
Esta buena notica, hasta el momento, implica que cien jóvenes estudiantes del Instituto Tecnológico de Úrsulo Galván sean los beneficiados directos de este programa federal. Serán, a mi juicio las primeras cien semillas de esperanza para que el campo veracruzano, vuelva a ser un referente en el sector agropecuario en todo el país.
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