Jorge Viveros Pasquel
“…Si se preguntan si las cosas pueden cambiar, la respuesta es sí…Y van a cambiar para bien!”
(Felipe Calderón Hinojosa respecto a la inseguridad en 2006)
Según cifras del INEGI son cerca de 300 mil muertos (sin contar desaparecidos) los que se contabilizan en relación a la violencia generada por el narcotráfico en los últimos años; 50 mil con Vicente Fox de los que nada se habla, 120 mil de Felipe Calderón y una cifra igual o superior se espera como resultado de la continuidad de la anterior estrategia en el sexenio de Enrique Peña Nieto en el que cálculos estiman otros 130 mil asesinatos.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Adicciones 2011 (busqué datos más recientes sin éxito) en México murieron 990 personas por sobredosis de drogas, si tomamos un incremento en el consumo al 2017 del 150%, estaríamos hablando aproximadamente de unas 2 mil 500 personas muertas por el abuso de drogas en 2016 o 2107. Es decir que aproximadamente la violencia generada por el narcotráfico deja al año 20,000 mexicanos muertos mientras que las drogas sólo una cifra cercana a los 2,000.
La frivolidad, por no decir cinismo, descaro y mitomanía de nuestra clase política y muchos medios de comunicación, intenta a veces con éxito minimizar a estos 300 mil mexicanos asesinados, (casi todos provenientes de familias muy pobres), por lo que se vuelve complicado poner en perspectiva esta cifra, sin embargo podemos por ejemplo mencionar que cuantitativamente significaría lo mismo que el exterminio total de la población de ciudades como Venecia en Italia, Burdeos en Francia o Granada en España, que tienen todas menos habitantes que el total de muertes contabilizadas en México y relacionadas a esta violencia generalizada. Otra forma de contextualizar es comparando con el número de muertos en otros conflictos armados como el que se vivió por 70 años en Colombia, donde de 1946 a 2016 se contabilizaron cerca de 350,000 personas fallecidas o la actual Guerra contra el Estado Islámico en la que una coalición de 15 naciones (liderada por USA) participa en operaciones militares en 8 países; Irak, Siria, Afganistán, Libia, Líbano, Egipto, Yemen y Nigeria en el que en total hay 217,825 muertos.
Inmersos en esta violencia es fundamental entender que no hay en México ningún problema de mayor urgencia resolución, nuestras fuerzas armadas y del orden público han hecho un esfuerzo mayúsculo tratando de contener la violencia, sin embargo, a los ojos de la percepción ciudadana y de los números tanto oficiales como de algunas ONG’s especializadas en estos temas han fracasado en disminuir los índices delictivos, si no es que aumentan año con año. Todos los que vivimos en este país hemos cambiado nuestros hábitos a consecuencia de la percepción de inseguridad; la calle y los espacios públicos ya no sirven para relacionarnos, por el contrario, son lugares generadores de miedo.
Por lo que vale la pregunta, ¿qué opciones nos quedan? Sin duda una de ellas es la legalización de las drogas.
Legalización de las drogas con una enfoque de problema de salud pública: En los últimos años varios países de América han optado por políticas públicas en el sentido de la despenalización de algunas sustancias, por ejemplo Colombia que suspendió la fumigación de plantaciones y comenzó a regular la mariguana con fines medicinales, en Costa Rica opera un programa de reducción de penas, mientras que en 2009 la Corte Suprema de Argentina declaró inconstitucional el castigo por posesión de drogas, por su parte Jamaica (un país con altos índices de consumo) ha aprobado leyes para el uso tradicional y medicinal de la cannabis y Uruguay ha regulado recientemente la producción, distribución y uso de la marihuana. Mientras que el país con el más alto consumo en el mundo, Estados Unidos de Norteamérica ha comenzado a permitir el uso recreativo de la mariguana en algunos Estados. Por otro lado, en México hemos pagado un altísimo costo en vidas (por lo menos de 300 mil, a lo que habría que sumar los desaparecidos) derivado de la violencia que genera el narcotráfico habiendo utilizado sin éxito todas las instituciones facultadas al uso de la fuerza pública contra estos grupos ¿realmente qué opción nos queda si no es legalización ordenada y progresiva?
Guardando las obvias distancias culturales pero tomando en cuenta que similitudes económicas con América Latina; Portugal puede servir parcialmente como ejemplo de políticas exitosas en la disminución del consumo y la violencia pues hace 16 años despenalizaron el uso de las drogas, crearon programas eficientes para la disminución del consumo de drogas y al mismo tiempo aumentaron significativamente el gasto en sus sistemas de readaptación social, como consecuencia el consumo de cannabis se mantiene relativamente estable, el número de adictos a la heroína ha disminuido casi un 70%, así como las muertes por sobredosis. Por otro lado, Holanda, con su sistema de cafeterías en donde se permite el consumo de algunas drogas, además de crear fuentes de empleo, bajó sus índices delictivos en parte, gracias a no perseguir a los consumidores; consecuencia de esto algunas cárceles han cerrado por la falta de delincuentes. Por lo que podemos suponer que la despenalización inteligente y progresiva de algunas drogas no traería como consecuencia más violencia, mientras que si hubiera un aumento de adictos deben controlarse desde la óptica de un problema de salud pública y solamente sancionar aquellas conductas que dañen a terceros.
¿Qué más podemos perder legalizando?, ¿No es la función principal del estado implementar políticas que mejoren la calidad de vida de su ciudadanía?, ¿Con esta prohibición es difícil en México conseguir cocaína, heroína o mariguana? ¿A quién le debemos tanto como para no buscar salidas a esta situación de emergencia? ¿Ayudaría con la sobrepoblación de las cárceles?
Jorge Viveros Pasquel
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