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    Elena Córdova

    Luna Nueva

    Contrario a lo que muchos creen, en mi firme opinión, estoy segura de que hay mejores herencias que las cosas materiales o patrimoniales. Me refiero a los legados de principios y valores, que nos son dados por nuestros padres y que, dependen mucho de los relevos generacionales, que éstos perduren muchos años más.  Apelo a lo que señala en este concepto la Real Academia de la Lengua (RAE) en una de sus distintas acepciones, que señala al termino de herencia como el “rasgo o rasgos morales, científicos, ideológicos, etcétera, que, habiendo caracterizado a alguien, continúan advirtiéndose en sus descendientes o continuadores”.

     

    En lo personal y familiar, el mes de agosto es muy simbólico para la familia Cordóva Molina. Es una fecha cargada de mucho sentimiento pues, hace apenas unos años, en los días 27 y 29 de agosto, murieron mis tan amados padres. Para quienes han pasado por este duelo, me entenderán más que nadie. Son pocas cosas en la vida que nos pueden afectar tanto como esta profunda e inevitable pena. Como hija, como ser humano, en ese preciso instante el presente y el futuro toman un camino inesperado. Vemos todo de distinta forma. Nunca más, en familia, se podrán compartir penas y alegrías; fechas sencillas o importantes. Muchos sueños realizados y logros personales que serían en su honor, simplemente ya no se podrían compartir. No podrán ver lo lejos que hemos llegado gracias a su apoyo incondicional, a sus consejos y sus ejemplos. Nada puede expresar con exactitud el sentir de uno ante este infausto destino.  Es imposible no sentirse triste, frustrado incluso, impotentes.

     

     

    Ante lo infausto, todos reaccionamos de distinta manera. Confieso que fue necesario que pasara un considerable tiempo para poder entender hasta dónde me había afectado la muerte de mis padres. Considero que he logrado estabilizar hoy en día un poco más mis sentimientos. Lo que nunca sucederá es que mis padres se pierdan en el recuerdo, siempre los llevo en mi corazón y en mi memoria. El dolor, que viene como una ola del mar, me los recuerda siempre, pues el sufrimiento de perder a los seres más queridos jamás desaparece por muy fuertes que seamos.

     

    Con el tiempo, también aprendí que podemos extender su legado no solo en lo familiar o solamente recordando su fecha de partida, encontré, que gracias al amor y valores que siempre inculcaron en mi, desde que yo era pequeña, mis tan queridos Heriberto Córdova y Teresa Molina, -quienes fueron personas de trabajo, esfuerzo y de vocación de servicio a la comunidad- otra forma de mantener muy vivo su recuerdo.

     

    Mi Padre Heriberto Córdova siempre fue un hombre honrado, honesto y trabajador incansable para sacar adelante a mi familia a pesar de las adversidades. Mi Madre Teresa Molina -quien llegó a ser agente municipal en nuestra comunidad de Mesa de Veinticuatro-  fue una mujer muy valiente, quien tuvo en vida gran amor por nuestra familia y la cualidad inigualable de vocación de servicio por la comunidad, es por eso que pienso que a ella le gustaría que todo el tiempo, sigamos su ejemplo de servicio comunitario, de trabajo, apoyo y gestión a sus paisanos y gente de las distintas comunidades que pertenecen al municipio que nos vio nacer como lo es Alto Lucero de Gutiérrez Barrios.

     

    Al igual que ella lo hizo mientras fue autoridad comunitaria hace algunos años, sé, estoy convencida de que a mi Madre Teresa Molina, servir, ayudar, procurar beneficios para la comunidad la hacía muy feliz, lo veía y aún me parece verla sonreír cuando alguien, especialmente las mujeres, le daban las gracias por haberla acompañado o apoyado en algún trámite o gestión, sin ningún otro interés que el sentirse socialmente útil y honrar la confianza que en ella habían depositado sus conciudadanos de la comunidad que nos vio nacer y crecer. En lo personal, la actividad y acciones de mi Madre marcaron para siempre mi forma de ver la vida, de disfrutar las cosas y de afrontar los problemas y dificultades. No sólo las mías, sino cuando se trata de servir y apoyar a la gente que tiene limitaciones y no puede por si sola resolver sus problemas ante las autoridades de cualquier orden de gobierno, privada o pública.

     

    Es así como, las tres hermanas que somos, Yuri, Yolanda y su servidora Elena, creamos la Fundación Teresa Molina A.C. con lo cual pretendemos honrar su memoria y mantener vivo su legado no solo en nosotros, como familia, sino en la gente que la conoció y quiso desinteresadamente.

     

    Como cité al inicio, una herencia no se refiere sólo a lo patrimonial o material, hay mejores cosas que se nos hereda por parte de nuestros padres. De mi Madre Teresa Molina, mis hermanas y yo, adquirimos y practicamos siempre, no sólo dentro sino fuera del seno familiar, los principios morales, éticos, el sentido de la responsabilidad, el respeto a los demás, la libertad de disentir y lo más importante, el amor y la verdad, la justicia y la paz.

     

    Estamos seguras de que, con la Fundación Teresa Molina A.C. estaremos a la altura de sus deseos, pues el motor que nos mueve proviene de lo más profundo que nos dejó en cada una de nosotras y es el inmenso amor que le tenía a la vida y el poder servir a los demás.

     

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