Naldy Rodríguez
Transparencia 3.0
La Real Academia Española (RAE) otorga cuatro significados a la palabra corrupción; en dos de ellos señala que se trata de un vicio, que a su vez se define como un «hábito de hacer mal algo o de hacer una cosa perjudicial o que se considera reprobable desde el punto de vista moral».
Pero la corrupción no solo es reprochable desde la ética, lo es desde la pragmática, lo real y tangible. Sus efectos negativos se extienden a diferentes sectores, niveles y estratos, desde la función pública hasta asociaciones civiles y la ciudadanía.
La corrupción, dice la RAE, es un nombre femenino. Yo no le veo género, más bien -como en la primera definición- creo que logra corromper a todos, en las cosas materiales, pero lo más preocupante: en costumbres y valores.
Somos malos por naturaleza, somos seres imperfectos, que medio aprendemos del ensayo-error, estoy convencida de eso, tal vez unos más corrompidos que otros.
«La Estafa Maestra» puso en evidencia una red de corrupción en el gobierno federal, en el que utilizó 128 fantasma para desviar presumiblemente 7 mil 670 millones de pesos. En la investigación de Animal Político se señala que la Secretaría de Desarrollo Social, con Rosario Robles como titular; el Banco Nacional de Obras, con Alfredo del Mazo (hoy gobernador electo del Estado de México), y Petróleos Mexicanos con Emilio Lozoya, «son las tres principales dependencias responsables de este mecanismo».
Se trata del mismo sistema que siguió Javier Duarte para robar 58 mil millones de pesos (35 mil millones de pesos de desvíos de fondos públicos federales y 23 mil millones estatales). Y no dudaría que ese esquema se haya seguido en otros estados priístas.
El número de personas que debió participar en esta red de corrupción abarca desde el nivel jerárquico más alto y desciende, pasa por organismos autónomos que debieron realizar la tarea de fiscalizar, hasta llegar a las empresas privadas.
La corrupción también costó mil 600 mdp a empresas en 2016 (a nivel nacional). Cada una de ellas pagó en ese año desde 12 mil hasta 80 mil pesos, revelaron los propios hombres de negocios al Inegi.
En las unidades económicas (empresas) se considera que los actos de corrupción se producen para agilizar trámites (64.6%), para evitar multas o sanciones (39.4) y para obtener licencias y permisos (30.7%).
Veracruz en semáforo rojo
Para aminorar el impacto mediático, económico y social de la corrupción en México, las autoridades -presionadas por organizaciones civiles- pensaron en un Sistema Nacional Anticorrupción, concebido como un conjunto de comités y áreas que vigilarán el ejercicio de los recursos públicos y el actuar de los servidores.
Este sistema debe estar integrado por ciudadanos y por funcionarios con la encomienda de prevenir, investigar y sancionar la corrupción en México. Para lograrlo se instalará un Comité General que enlace los trabajos de las diferentes dependencias, además se debe crear una fiscalía anticorrupción, así como un Tribunal de Justicia Administrativa. Los mismos organismos se crearán a nivel nacional y estatal.
En el caso del Comité Ciudadano se debe integrar por cinco personas, quien lo encabece los representará ante el Comité Coordinador General, tanto del Sistema Nacional Anticorrupción como de los sistemas locales.
Lo malo es que estas áreas de nueva cuenta están bajo el control partidistas, sus nombramientos deben de pasar a nivel nacional por la presidencia, Senado y Cámara de Diputados. A nivel local por el gobernador y el Congreso del Estado, donde sabemos hay un jaloneo por los cotos de poder.
Veracruz está en el semáforo rojo, junto con Chihuahua, ni siquiera cuenta con propuestas para diseñar su sistema local anticorrupción y le falta legislar en la materia.
Como no podemos incidir en los intereses políticos de los partidos, trabajemos en lo individual para combatir la corrupción. Lo que debemos priorizar en nuestra vida es el valor de la honradez, verlo como un activo que dejará dividendos; que en la práctica y en nuestro entorno nos irá mejor a todos si actuamos con rectitud y justicia.
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«Cuando los nativos preguntaron a Cortes porque los españoles tenían tal pasión por el oro, el conquistador contesto: tenemos yo y mis compañeros mal de corazón, enfermedad que sana con ellos».
De animales a dioses de Yuval Noah Harari
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