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    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde a Janela

     

     

    Ya muchas veces se ha tratado en este espacio acerca de la inseguridad, la cual a su vez deriva del crimen, el que se divide en común y organizado dependiendo de las circunstancias en la que se produce, ya que el primero se da de manera instantánea e independientemente del dolo con el que éste se lleve a cabo, lo que importa para esa clasificación es por una parte el colegio (tres o más personas) y la reiteración de las conductas, es decir que las mismas se lleven a cabo de manera repetida o sea más de tres veces.

    Ahora bien, del crimen organizado ya hemos hablado en anteriores colaboraciones en las que se ha tratado sobre lo peligroso que es y las consecuencias que puede traer para nuestro país.

    Por lo que esta vez nos centraremos en el crimen común, el cual por desgracia es cotidiano en casi todo el país y como podemos ver muchas veces deviene en organizado ya que, aunque no es cometido por bandas tan ruidosas como las que se dedican de manera internacional a los negocios ilícitos, sí se puede configurar la delincuencia organizada a partir del robo a casas, atracos a paseantes, asaltos en medios de transporte público y un sin número de hechos delictivos que día con día se cometen en México.

    Y es que el crimen común se ha incrementado de manera alarmante en la última década, al grado de que ya prácticamente no hay lugar en la República Mexicana en la que no se sepa de la comisión de un delito, lo cual desde luego deriva en el aumento de la percepción de la inseguridad por parte de los habitantes de cualquier región del país y hasta de quienes, por la razón que sea, se encuentran en nuestro país.

    Lo aquí mencionado es corroborado por la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que hace unos días difundió el INEGI y la cual trata sobre la sensación de temor que los habitantes de una ciudad tienen respecto de ella.

    Y la citada encuesta nos arroja como principal dato el que el 76% de la población del país considera que vivir en su ciudad es inseguro y por lo tanto peligroso, éste dato es verdaderamente alarmante ya que nos da una idea de la magnitud de la delincuencia en la república y es verdaderamente escandaloso el que más de tres cuartas partes se sienta en riesgo en su ciudad.

    Pero la cosa no queda solo en ello, ya que al ver los datos que la encuesta arroja respecto de las ciudades más importantes del país nos daremos cuenta que salvo

    Mérida, Yuc. y Puerto Vallarta, Jal. con sus 29% y 31% de percepción de inseguridad (porcentajes que apenas son aceptables para un país en paz y con estabilidad política), los datos son verdaderamente escalofriantes, ya que hay ciudades que casi se encuentran con que la totalidad de sus habitantes se sienten inseguros en ellas, ya que Reynosa, Tamps. (95%), Chilpancingo, Gro. (95%), Fresnillo, Zac. (95%), Villahermosa, Tab. (95%), Coatzacoalcos, Ver. (94%), el norte de la Ciudad de México (93%) y el oriente de la misma Ciudad de México (91%) son una muestra del grado tan alto que hay de peligrosidad como consecuencia de la incidencia delictiva en casi todo el país, ya que si bien estos son los casos más graves también podemos ver en la referida encuesta que casi todas las ciudades importantes del país se encuentran entre el 70 y el 80 por ciento de percepción de inseguridad por parte de sus habitantes.

    Además, la encuesta del INEGI también hace un comparativo de la percepción de inseguridad entre 2013 en el que la misma era de un terrible 68 por ciento y 2017 con un apocalíptico, no tengo otra manera de llamarlo, 76 por ciento.

    Datos crudos y fríos que ponen en su verdadera dimensión la magnitud del problema y que por desgracia dan razón a quienes sostienen que el Estado mexicano es un Estado fracasado, ya que es incapaz de dar a sus habitantes algo tan elemental como lo es la seguridad pública y lo anterior se da debido a que el gobierno en general y principalmente el federal ha fracasado en su cometido, ya que aunque el mismo o sus jilgueros pregonen que hay orden en la economía y en la creación de empleos, la realidad es completamente distinta y se ve reflejada en los datos que comentamos.

    Ya que la criminalidad, salvo algunos casos de delitos psiquiátricos y/o pasionales, es consecuencia de la poca educación, de la pobreza generalizada y de la falta de empleo que hay en el país y que son aspectos atribuibles al Estado mexicano en su conjunto, ya que el mismo por su corrupción y corporativismo creó las condiciones necesarias para que llegáramos a la situación en la que nos encontramos, es decir un país en el que se vive con miedo como si estuviéramos en guerra con un país extranjero o en un conflicto de carácter civil.

    Es por ello que se ha visto el fracaso del actual gobierno federal, ya que la percepción de inseguridad en el país aumentó de una manera dramática en estos últimos cinco años y ante ese fracaso lo mejor sería cambiar de partido en el gobierno y a la vez presionar para que mejoren las condiciones de vida en el país y por ende disminuyan los factores que producen la criminalidad.

    Mas ello se logrará disminuyendo la corrupción y el clientelismo con el consecuente incremento en la efectividad del gobierno y no cambiando por cambiar acogiendo modelos retrógradas como el de López Obrador quien hace no mucho propuso dar una amnistía a los criminales convictos, lo cual no solo es erróneo, sino que es como dar una bofetada a todas y cada una de las personas que han sufrido algún hecho delictuoso o que han perdido a alguien cercano por la comisión de un delito.

    Los datos son crueles mas no hay que desanimarse, ya que hay maneras de corregir la situación y aunque los resultados no se den de manera inmediata, siempre queda la posibilidad de mejorar ya que ello está implícito en nuestra condición humana y por lo mismo confío en que podemos mejorar nuestro país. felfebas@gmail.com

    Twitter: @fefebas

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