Destacado

    * Ostenta el récord de productividad legislativa
    * “Mamá” de la Ley de Protección a los Animales, entre otras
    * Impulsó también la de Mujeres Libres de Violencia

    Cecilia Muñoz / Salvador Muñoz

    Para Dalia Pérez no hay límites. Cuando se le pregunta qué le falta ser, responde risueña: ¡Lo que quiera! Y es que la exlegisladora y hoy aspirante a candidata por el PRI a la diputación local ha hecho de todo en la vida. Incluso, cuenta, recientemente enlistó 21 ocupaciones en las que se ha desempeñado desde su juventud, las cuales comprenden los oficios más variados: desde cajera en una pizzería, auxiliar en una lavandería, niñera, maestra, bailarina, investigadora, legisladora, activista, mamá y hasta ¡jardinera!
    Es por lo anterior que ella no está preocupada por cómo la sociedad la recuerda.
    ¿Prevalece más en la memoria civil el descontextualizado episodio de la película “Chiles Xalapeños” o su labor en el Congreso? Dalia apuesta por recordarle a todos aquellos que lo requieran que ostenta el récord de ser la diputada más productiva de todo el estado: la Ley para el Desarrollo Cultural para el Estado de Veracruz, la Ley de Turismo y la Ley de Protección a los Animales son fruto de su trabajo, más las gestiones que impulsó desde su puesto. Mención especial se merece la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en la que trabajó desde que entró en funciones y que logró sacar en su primer año y medio como diputada. Asimismo, incluyó la violencia de género en el Código Penal veracruzano.
    “Todas estas leyes fueron aprobadas por unanimidad. Esto habla de una capacidad de articular, de negociar, de tomar acuerdos, de construir, de poner a un lado las diferencias de partido y pensar en el bien de la ciudadanía y los espacios necesarios por los cuales había que legislar. Todas estas leyes siguen vigentes en nuestro estado. Ya han pasado diez años y allí están. Eso habla de su pertinencia”.

    La regañan por decirlo
    Es pragmática. Enuncia cada uno de sus logros y ocupaciones y declara: “Yo no niego ni me arrepiento de haber hecho esa película” (Chiles Xalapeños). Después de todo conoce una verdad fundamental: “El público elige con lo que decide quedarse. Yo les ofrezco que se queden con mi trabajo. Me enorgullece”.
    Amante de la vida, Dalia confiesa haber adoptado perros en situación de calle. Ha acogido gatos, pero éstos han respondido a su naturaleza aventurera y se han marchado. Pero lo que nunca haría sería enjaular un ave. No cree en el cautiverio para esta especie y su animal favorito es el colibrí.
    “Tiene un simbolismo muy hermoso. En el mundo prehispánico, especialmente entre los aztecas, el colibrí era el espíritu de las mujeres muertas en parto o de los guerreros muertos en batalla. Entonces eran mensajeros de los dioses y los hombres, y símbolo de amor incondicional, el amor a la patria, a la nación y a los hijos”.
    Aunque la han regañado por decirlo, cree que los animales tienen derechos. Es cierto, admite, “quizás no sean sujetos de derechos como tal”, pero opina que se les debe garantizar la vida, la paz y la plenitud. A causa de ello aún le queda una espina: La Ley de Protección a los Animales, cuya aprobación no incluyó todo lo que deseaba: eliminar las corridas de toros y las peleas de gallos; es decir, todo “espectáculo” que pusiera en peligro o enfrentara a los animales de manera violenta. Pero insiste: seguirá trabajando en ello. Por eso quiere volver a ser diputada.
    Sabe que aún queda mucho por atender desde el Congreso del Estado, como es el abasto del agua, no sólo para la ciudad de Xalapa que ya es un reto mayúsculo, sino en otros puntos de Veracruz. “Creo que eso será fundamental. Y esa es una de mis tareas ahora”.

    Les falta salud, educación y justicia
    Por otra parte, la violencia de género es un tema del que no ha quitado el dedo del renglón. Está consciente que más que abrir el debate a la opinión pública con sus acciones en la legislatura en la que anteriormente participó, se sumó a la lucha que cientos de mujeres empezaron décadas y hasta siglos antes. En su momento, participó con una asociación civil, con otras compañeras diputadas e instituciones, como el Instituto Veracruzano de las Mujeres. En aquel entonces, la causa de las mujeres estuvo muy por encima de los colores partidistas. Advierte que han pasado 10 años desde que trabajó en la Ley de Acceso a una Vida Libre de Violencia, por lo que ésta se ha transformado. No es de sorprender, toda vez que es difícil eliminar las barreras culturales.
    “Por ejemplo, violencia política. Eso no estaba tipificado hace 10 años que trabajamos en esa ley. Ha sido un constructo reciente porque vamos identificando nuevas áreas en las cuales hay que construir un andamiaje que garantice a las mujeres el acceso al ejercicio pleno de sus derechos”.
    Como parte de su maestría en Dirección de Gobierno y Políticas Públicas, Dalia recuerda que realizó un seguimiento de política pública en materia de género desde 2010 hasta 2015, en el estado de Veracruz, “y encontré tres áreas sustantivas en las cuales hay que apuntalar el avance de las mujeres: salud, educación y el acceso a la justicia”. He ahí otros pendientes que atenderá desde la curul, desde donde buscará crear leyes para buscar la igualdad sustantiva.

    PRI, con poco tiempo, pero mucho entusiasmo
    La Dalia priista sabe que están en una situación complicada. Admite que falta poco tiempo para la elección y el partido lo resiente. Si sobreviven es porque sobran el entusiasmo y la esperanza, porque quedó gente que no imaginaban que aún permaneciera leal a los colores. Estaban esperando su oportunidad para que el tricolor se diera cuenta de que no estaban solos, “de que seguimos siendo muchos”. Eso sí, presume que es gente que se ha preparado profesionalmente para la política y la administración pública, pero sobre todo, que es honesta.
    El lugar de las mujeres en el PRI -cuenta- está garantizado. Asegura que el marco legal les permite los mismos espacios de oportunidad, pero lo que éste no contemplaba era el apoyo que entre ellas se brindarían.
    “En el caso de Xalapa, las compañeras que aspiramos ser candidatas a la diputación federal y local somos muy diferentes, cada una tiene una trayectoria distinta, edades diferentes, formaciones distintas, pero hemos formado un equipo solidarizándonos en torno a la aspiración de cada una de nosotras. Y otras compañeras que están en otros sectores, se suman y te dicen ‘en qué te ayudo, cómo te respaldo’. Yo encuentro una gran solidaridad”.
    Es precisamente ese apoyo lo que anima a Dalia, quien confiesa que incluso antes de ser invitada a participar en el siguiente proceso electoral, la gente de las colonias la llamaba buscando resolver una sola inquietud: “Oiga, licenciada, ¿no va a participar. Oiga, licenciada, ¿esta vez no se va a animar?”.
    Modestamente admite que no eran ni cientos ni miles, pero rememora con cariño los sólidos lazos de amistad que formó con la gente. “Seguramente hay poquita gente que me recuerda, pero para quienes no me conocen, habrá un tiempo para estar proponiendo una agenda legislativa a su consideración y que puedan valorarme junto al resto de los aspirantes”.

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