Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde a Janela
Ahora que se habla tanto de un plan nacional de austeridad republicana es conveniente reflexionar un poco sobre lo que la misma significa, así como lo que se pretende hacer con las dificultades que conlleva, así como lo que no se ha dicho y podría lograr un mayor ahorro para las arcas estatales.
El término austeridad republicana no fue creado por Juárez ni mucho menos por López Obrador, ya que dicha expresión viene desde la antigüedad y se utilizaba para distinguir a aquellos Estados que carecían de rey y que eran gobernados por magistrados que desempeñaban sus funciones sin grandes lujos en contraposición a otros que contaban con reyes y cortes sumamente ostentosas, siendo ejemplo de los primeros las ciudades griegas o la Roma inicial y de los segundos el Egipto de los faraones o la Persia Aqueménida o Sasánida así como la Roma imperial y después se volvió a utilizar en tiempos de la Ilustración y de la revolución francesa cuando se pretendió acabar con los lujos de las cortes de los llamados “Déspotas Ilustrados” y algo parecido es lo que se pretende hacer en el México de 2018.
Sin embargo y aunque suena bonito el camino que se pretende transitar en el país, aunque tiene algunos aciertos, no es del todo viable para conseguir el tan anhelado objetivo y digo tan anhelado, porque fue una de las principales razones que condujeron al electorado a votar por quienes próximamente van a gobernar tanto en la federación como en algunos estados.
AMLO prometió y sostiene que recortando a la mitad el sueldo del Presidente y de los altos funcionarios de todos los niveles del Estado mexicano va a lograr ahorros y va a acabar con el dispendio que costear dichos salarios acarrea para la administración pública y permitirá destinar esos fondos para otros fines del Estado como lo son la obra pública, la salud y la educación.
En ello tiene algo de razón, ya que muchos sueldos son verdaderamente altos y no acordes a la realidad, sobre todo si vemos las llamadas “compensaciones” que se otorgan a los altos funcionarios o prestaciones que se dan a los mismos como lo son los seguros particulares, los cuales son gastos innecesarios ya que por el solo hecho de trabajar para el gobierno se es derechohabiente del ISSSTE y el gobierno como patrón tiene que aportar las cuotas que le corresponden y con ello se garantiza el acceso a los servicios de salud tanto del funcionario como a su familia.
Mas tampoco se puede pagar poco si lo que se pretende es contar con especialistas en puestos claves y que requieren dedicación de tiempo completo en el cargo que desempeñan y que además adquieren una gran responsabilidad al ocuparlo, ya que no es lo mismo contratar a un jornalero que a un especialista en seguridad pública, ya que el grado de responsabilidad entre uno y otro es muy diferente y por ello cae solito el argumento que pulula en muchos medios de comunicación que consiste en comparar los salarios de los ministros de la corte o de los integrantes del INE con los de los obreros, ya que las responsabilidades de los segundos distan mucho de las de los primeros.
Pero si hablamos de ahorro, nada nos han dicho acerca de recortar plazas burocráticas y ahí sí hay mucho de donde poder eliminar gastos suntuosos, ya que basta con entrar a casi cualquier dependencia pública y más en la ciudad de México para ver la gran cantidad de trabajadores que tiene el Estado a su servicio, ya que podemos ver hay miles y miles de empleados que cobran un salario sin hacer nada especializado y muchas veces hasta duplicando o triplicando funciones y si bien cobran un salario bajo con prestaciones, lo hacen por miles y en su totalidad esos sueldos implican tanto o más miles de millones de pesos que los que la alta burocracia cuesta al erario público.
Y el Estado se ha llenado de burócratas de bajo nivel debido a premios que se han dado a quienes apoyaron campañas políticas, a compadrazgos, a nepotismos y a un sin número de situaciones propias del régimen del viejo PRI y que ahora el nuevo, llámese Morena, pretende mantener.
Si en verdad se quiere ahorrar dinero y tener un Estado austero y eficiente, se debe de dejar atrás la creencia de que el Estado debe de ser el gran empleador y dejar esa tarea a la economía privada, ya que los empleos se crean y se pagan de acuerdo a la necesidad de los mismos y no por dádiva del gobernante en turno, ya que lo contrario estanca a la economía de cualquier país y para comprobarlo basta con comparar el tamaño del aparato estatal de un país desarrollado y de uno que no lo está y lo demás son cuentos demagógicos y si realmente se busca una verdadera austeridad republicana, por ahí se puede empezar.
Twitter: @FelipeFBasilio
Hacer Comentario
Haz login para poder hacer un comentario