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    Salvador Muñoz

    Los Políticos

    A lo mejor para el grueso de la empleomanía, la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de alargar hasta el sábado la semana laboral de los trabajadores de confianza del Gobierno federal, no extrañe. Es seguro que usted, sin ser burócrata, trabaje no sólo seis días a la semana, ¡sino toda la semana! Ya ni se diga quienes de un modo u otro, se dedican al periodismo, donde no se conocen muchas veces los días de descanso; pero como que no es normal para la clase “Godínez” tener que trabajar hasta el sábado…

    Bueno, en realidad, tampoco es normal trabajar seis o los siete días de la semana, más para mí, quien la mayor parte de su vida laboral trabajó religiosamente de domingo a jueves, descansando viernes y sábados.

    Pero, ¿qué opina la gente de que los empleados de confianza del Gobierno federal laboraran hasta los sábados como propone López Obrador?

    La mayoría de los comentarios son positivos y desde mi muy particular punto de vista, parecieran la respuesta a una “venganza social” por una percepción generalizada sobre la burocracia gubernamental: se cree que por trabajar en Gobierno, todos ganan muy bien y no hacen nada.

    En el caso de los empleados de confianza, muchas de las veces su salario depende de sus cargos, de su apellido o hasta de su recomendante o “padrino”… ¡ah! y algunas veces por su experiencia en el puesto que desempeña.

    Quien acude a una oficina de Gobierno a realizar un trámite, no diferencia de un empleado de confianza con uno de base o sindicalizado; su experiencia en el trance burocrático la califica de manera general, pareja… al final, cada quien habla como le va en la feria… por citar un ejemplo: desde mayo, trato de realizar un trámite en Infonavit, y han pasado dos meses sin respuesta positiva. Lo más cercano que estuve de resolver el asunto que pretendo, fue hace una semana que acudí a la cita que concerté tras varios intentos, y cuando llegué, me dicen que no había en esos momentos atención para mi caso… que tenía que agendar otra nueva cita a partir de este seis de agosto.

    Yo no sé si los empleados del Infonavit trabajen hasta los sábados… creo que no… pero en lo particular, a pesar de la experiencia que vivo con ellos, de verdad no les deseo que alarguen su semana laboral a seis días. Dijera el mismo Peje: “No soy rencoroso”.

    Esto del alargamiento de la semana laboral me hace recordar a Miguel Alemán Velasco, cuando decidió en aras de un plan de austeridad, iniciar la jornada a las 9 de la mañana y concluirla a las seis de la tarde, cerrando de plano, el Palacio de Gobierno así como las otras dependencias pertenecientes a la administración estatal. Por supuesto, hubo áreas que si bien, en cumplimiento de lo acordado por el plan austero del Gobernador, se retiraban de sus oficinas, se trasladaban a otras rentadas por fuera, para estar al tanto de la política interna de la entidad, como la subsecretaría de Gobierno, en ese entonces, a cargo de Jorge Uscanga Escobar.

    Volviendo a la propuesta de López Obrador, hay de cierto modo una “segregación laboral” al hacer del empleado de confianza al único sujeto de sus pretensiones extensivas dejando a un lado a los sindicalizados… ¡claro! ¡no es menso! No se va a meter en broncas con los sindicatos cuando éstos por lo regular son una casta intocable, aunque no por ello sea bien pagada. La pregunta es si los empleados de confianza serán bien remunerados en su labor extraordinaria bajo la idea absurda de que ello ha de significar mayor productividad.

    Lo cierto es que parece que para el Presidente ganador de las elecciones, el concepto de corresponsabilidad laboral con personal no empata con su idea de “Gobernar”, más en una sociedad donde las familias cada vez son más distantes al tener que laborar padres y madres y a los hijos, si bien les va, se les ve los fines de semana.

    Arturo Castagné

    Froylán Ramírez Lara, quien en aquellos tiempos era titular del Consejo Estatal de Población, fue quien me presentó a Humberto Faibre Wolf y Arturo Castagné, junto con otro grupo de vecinos de San Rafael, una población que pretendía municipalizarse o cortar el cordón umbilical que tenían con Martínez de la Torre. Fueron días de idas y vueltas de San Rafael a Xalapa hasta que en cierta ocasión, Arturo Castagné me llamó, quería darme una noticia personalmente. No recuerdo el punto en que pasó por mí en su camioneta. Se dirigía a Palacio de Gobierno. Lo que tenía que decirme era que le acababa de hablar una persona muy cercana al Gobernador Miguel Alemán Velasco para decirle que la municipalización de San Rafael era un hecho. Fue la última vez que charlamos personalmente. Alguna vez intercambiamos comentarios por la vía electrónica y me comentó que ya no radicaba en Veracruz… hoy lamento el trance por el que atraviesa Arturo Castagné y su familia. No hay palabras para reconfortar su alma y corazón.

    smcainito@gmail.com

     

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