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    Salvador Muñoz

    Los Políticos

    Llego al banco y me formo en una fila de más de 15 personas. Todavía dudo si paso directo por un boleto para ser atendido por una cajera o me aguanto y me enfrento a esa máquina que me va indicando los pasos a seguir para realizar mi operación bancaria… opto por la última. Mientras tanto, observo a la asesora que traga y traga cantidades enormes de paciencia ante los clientes que hacen uso de esas siete u ocho cajas, ya sea para retirar o depositar. Hay de todo… personas que ni siquiera tienen idea de dónde meter la tarjeta y las que llegan “muy acá”, haciéndose “don o doña Chinguetas”, pero a la hora de la hora, se traban y tienen que pedir la ayuda de la asesora…

    El asunto es que pasas y te enfrentas a una serie de indicaciones que se suponen básicas para la “entendedera” de cualquier mortal promedio… es quizás tiempo, repeticiones, errores y aciertos para poder llegar a esa caja y ni siquiera tomar en cuenta a la asesora… ¡claro! eso si vas al Banco dos veces por semana o una, pero estoy seguro que un alto porcentaje de esa gente que ocupa esos modernos aparatos lo hacemos cada mes, que para pagar el Infonavit o hasta para retirar la lanita de una beca o un apoyo, me imagino, porque por lo regular, veo muchos estudiantes y viejitos…

    ¿Y a qué voy con las peripecias que uno sufre con un cajero automático? en un plano simple, es la modernización de los servicios por parte del banco; pero por otra, el desplazamiento de personas por máquinas.

    Un amigo que trabaja en un banco en Puebla, nos cuenta que al menos en su institución, aún no hay este desplazamiento, pero sabe que algunas sucursales ya sólo han de funcionar con cajeros, lo que implica en ello, el despido de personal.

    ¡La Mujer acaba de sacar boleto! No, no me hizo nada ni tampoco es una amenaza… tengo que viajar y le pido siempre el favor de que saque mi boleto… por supuesto, no tiene que trasladarse a la Central de autobuses para ello; basta con que desde su celular o su computadora, entre a la página web de los autobuses, escoja día, hora y número de asiento, y vía tarjeta bancaria, llegue a la bandeja de mi correo electrónico el boleto… aún tengo la duda de si hay que sacar una impresión o basta con que muestre el código QR al chofer que dejó de usar una libreta donde con pluma, iba verificando al pasajero y su asiento… ¡bueno! Ya hasta el Código QR desplazó hasta cierto punto al de Barras en nuestro quehacer cotidiano… como sea, mañana sólo mostraré el código, pero llevaré el boleto impreso “por si las moscas”.

    ¡Ah! Y si por alguna cosa extraordinaria tenemos que acudir a la Central a comprar boleto, ya ni es necesario bajarse del carro… hay un espacio donde se da los pormenores de nuestro destino a una bocina, nos muestran en una pantalla los asientos disponibles y una vez escogido el lugar, nos invitan a pasar a pagar unos metros adelante con previa pregunta de la denominación del billete… pero siempre arriba del carro.

    Si acaso llega a la Central y va directo a comprar su boleto, observe la cantidad de personas que atienden… no sé ustedes, pero yo cada vez que paso, veo menos. No así en otros lugares, donde la tecnología a sus servicios no ha llegado.

    No vamos tan lejos… ¿ha oído hablar del sexting? No, no es el número previo al seventeen… es la manera de flirtear por las redes sociales hasta llegar al grado de una “relación sexual virtual”… Parece broma, pero es en serio…

    Ya nomás de refilón, una recomendación: Si no han visto la película “Extinction” de Netflix, ¡véanla! Si bien pertenece al género Ciencia Ficción, tiene altas dosis de Suspenso. Por supuesto, sin dejar de lado “Black Mirror”…

    La tecnología, que si bien, nos facilita las cosas, los quehaceres, la vida, igual separa… cheque a su alrededor y vea cuántas personas en su casa tienen la mirada clavada en una pantalla… en una de ésas esté en el sexting.

     

    smcainito@gmail.com

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