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    Naldy Rodríguez

    Transparencia 3.0

    Cerca de las 9 de la noche del martes (horario de México), en las redes sociales se hizo tendencia mundial “YouTube Down”. Sí, la plataforma más importante de videos se había caído en prácticamente todo el mundo.

    La noticia se diseminaba en otros espacios virtuales. Fue así como me percaté de la falla que presentó éste servicio fundado en 2005 por tres jóvenes norteamericanos, casi por casualidad cuando buscaban compartir videos en la red con otros amigos.

    En el momento de la caída de YouTube trabajaba en un reportaje de Melchor Peredo, y en la larga charla que compartí con él, me comentó que puede pintar con un vara a más de dos metros de distancia. Así que navegaba para encontrar algún video con esa técnica del muralista mexicano, el último de esa corriente socialista y nacionalista que busca dar un servicio social con su arte.

    En la “catástrofe”, como buenos mexicanos, llenamos de memes las redes sociales. En uno de ellas decía que la verdadera explicación del #YouTubeDown se debía a “tanto reggaeton”. Incluso se tramaron teorías de la conspiración e historias inverosímiles de “reptilianos”, aliens, personas influyentes y la cura del SIDA.

    YouTube permite a cualquiera subir videos, pero también usarlos en blog o sitios Web con sólo copiar y pegar un código. Actualmente tiene más de mil millones de usuarios en todo el mundo, números que dicen representan casi un tercio de todos los cibernautas de Internet.

    La propia plataforma informa que  su alcance internacional es superior a los mil 900 millones de usuarios al mes y sus  espectadores pasan más de 1000 millones de horas diarias viendo videos, la mayoría desde dispositivos móviles.Aunque no precisa la edad de su público, estoy segura que se trata de los más jóvenes. La clave su éxito, dicen, es la facilidad para publicar y compartir las grabaciones.

    Dos factores primordiales para incrementar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación es la aparición de nuevos dispositivos celulares y la reducción de los costos asociados a los equipos y tarifas de Internet. En las TIC’s cada vez es más sencillo compartir, crear y modificar.

    El primer video en YouTube se público en 2005, se titula “Me At the zoo” y ha tenido ya 55 millones 835 mil 198 visualizaciones. Un joven habla a la cámara de manera improvisada, atrás se ven unos elefantes. Y en realidad poco dice o hace… Hoy pululan grabaciones caseras, desde la sala, la habitación (entre más intimo, mejor) de niñas, jovencitas o chicos presentando lo que hicieron en el día, su catálogo de canciones favoritas, las características de su novio ideal, recomendaciones para maquillarse, anécdotas graciosas, cual chismógrafo… ¿Los recuerdan?

    Si tiene en casa niños, adolescentes o hasta universitarios, sabrá de lo que hablo. No ven la televisión como los adultos lo hicimos, utilizan este aparato para navegar en Internet, pero sobre todo para ver videos cortos de sus “youtubers”.

    Muy lejos está la posibilidad de regular Internet. Y no se si estaría a favor, porque siempre frente a la posibilidad de restringir un derecho, prefiero la libertad y la “autoregulación”.

    Lo que sí podemos hacer es ofrecer mejores contenidos en los medios de comunicación ante la competencia desleal de las redes sociales, a la par de tratar de formar mejores públicos: más exigentes, para que no se conformen con el video casero, con una  chillona y malsonante voz, que se plantea retos tan tontos como “dejarle de hablar a su mamá por 24 horas”, escupir leche viendo cosas graciosas o recibir choques eléctricos. Si antes se quejaron de la “caja idiota” por los programas vacíos de Televisa, sin contenido como El Calabozo del Burro Van Rankin, YouTube rebasa y por mucho lo que tanto se criticó en el pasado.

     

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    “Aprendimos de golpe que era mucho más fácil y menos doloroso luchar, combatir, denunciar; que quedarnos pasivas esperando”: Ángeles Díaz Gaona.

     

    Twitter @ydlan

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