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    Roberto Morales Ayala
    Zona Franca

    ¿Por qué tendría que irse el señor Duarte hasta la tribuna de la pomposamente llamada Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (NAHP por sus siglas en inglés), del otro lado de nuestra frontera nacional, a tomarles el pelo? ¿Porque en México y Veracruz no se le cree? ¿Porque la realidad choca, sangrienta y humillante, con su aflautado discurso?
    ¿Cuánto le costaría a los veracruzanos que el señor Javier Duarte haya dicho allá, lo que aquí le valdría una rechifla generalizada?
    El título de esta columna, lo retomé de la historia que el Nobel Gabriel García Márquez hace de la crónica periodística “Relato de un náufrago”.
    Al protagonista de aquella historia, verosímil porque García Márquez la documentó, la propaganda del gobierno corrupto del dictador colombiano, Gustavo Rojas Pinilla, lo hace un héroe a modo para encubrir la corrupción que provocó la tragedia.
    Luis Alejandro Velasco fue un héroe inventado, el náufrago sin naufragio, una pieza clave de un contrabando en una embarcación colombiana que nunca se hundió y que llegó a puerto, sin él, dejándolo a medio océano. Cuando todos lo suponían muerto, convenientemente muerto, apareció en una playa tras diez días luchando por su vida. Entonces lo usó el gobierno para encubrir la historia real, la podredumbre, la carga ilegal que transportaba el barco. Y todo iba bien hasta que García Márquez descubrió el embuste, entrevistó a Velasco, lo hizo contar su aventura, desnudar la verdad y exhibir al político farsante, poderoso pero farsante, dictador pero farsante.
    La negligencia oficial, los negocios subrepticios, el engaño, la manipulación de las masas, se resumen en ese pasaje real, contado por García Márquez, que retrata cómo remiendan los políticos sus errores y sus pilladas, cómo usan a los personajes ocasionales, los enaltecen y cuando transcurre el tiempo, los desechan. Pero todavía algo peor: cómo descargan en otros sus omisiones y sus culpas.
    En ese esquema se inscribe el susodicho gobernador Javier Duarte. Fue a Estados Unidos a engañar; a decir que el crimen organizado utilizó a los medios de comunicación para crear zozobra entre la sociedad veracruzana, “atemorizar a los ciudadanos” y “desvirtuar a las instituciones”.
    Duarte se reunió con 250 integrantes de la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (NAHP), en San Diego, California. Les contó una historia insólita en que el efecto miedo, urdido por los malosos, tenía que ver con la difusión de las noticias, y luego con la reacción que provocaba entre la sociedad cada vez que un periodista era asesinado.
    Algunos de los párrafos sobre esa intervención del gobernador de Veracruz, son publicados por el portal Plumas Libres. Helos aquí:
    “Javier Duarte aseguró además que el crimen organizado usó a los medios de comunicación de Veracruz para sus fines, pero no precisó nombres.
    “Ante los editores hispanos, el mandatario veracruzano señaló que Veracruz, derivado de su fortaleza económica, fue también un sitio de atracción para grupos delictivos, cuyo actuar violento alcanzó a los medios de comunicación, una vez que éstos se convirtieron en objetos de interés, ‘cuando se percataron que los medios podían servir para la promoción de sus actividades delictivas, y tratar de atemorizar a los ciudadanos y de manera paralela tratar de desvirtuar a las instituciones y generar así un ambiente de zozobra social que facilitara sus acciones ilegales’.
    “El mandatario añadió ‘que los criminales supieron también que privar de la vida a un periodista o a un trabajador de un medio de comunicación podría vulnerar a las instituciones frente a la opinión pública, por la atención mediática que generan este tipo de hechos lamentables’ ”.
    Otros párrafos son:
    “Duarte aseguró que Veracruz ‘vive nuevos tiempos’, luego de las masacres y ola de ejecuciones del año pasado.
    “Quiero confesarles que tuve que tomar decisiones sumamente difíciles.
    “No me equivoqué en las determinaciones que tomé, y me siento orgulloso de haber honrado mi compromiso supremo con el pueblo veracruzano.
    “El reto ha sido mayúsculo, pero más firme ha sido la decisión de afrontar con toda la fuerza del Estado y con la ley en la mano a los grupos delictivos que pretendieron vulnerarnos”.
    Entre otras mentiras, el gobernador Javier Duarte expresó que Veracruz es uno de los estados más seguros. En el boletín de prensa oficial, señalan que los 250 notables del NAHP se tomaron fotos con el mandatario y exaltaron su “inteligencia”.
    Ha de ser mucho más fácil de lo imaginado ir a Estados Unidos, lanzar una avalancha de mentiras y engañar a un grupo de supuestamente pensantes editores. La realidad de Veracruz es otra, muy distinta al paraíso duartista, la tierra de la fantasía.
    Duarte no les dijo, por ejemplo, que el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, al que él perteneció, es responsable de haber dejado pasar y asentarse en Veracruz al grupo criminal Los Zetas, y haberse hecho de la vista gorda cuando las policías del estado eran infiltradas por los delincuentes.
    Los medios de comunicación no han sido cajas de resonancia del crimen organizado, como asegura Javier Duarte, a quienes tilda de “objetos de interés”, que les servían para “la promoción de sus actividades delictivas, y tratar de atemorizar a los ciudadanos y de manera paralela tratar de desvirtuar a las instituciones y generar así un ambiente de zozobra social que facilitara sus acciones ilegales”.
    Es aberrante lo dicho por el gobernador de Veracruz. Los medios de comunicación reflejaban, y reflejan, la violencia que hacen estallar los grupos del crimen organizado, cuya displicencia para operar se la deben a la complicidad del gobierno estatal, principalmente en los regímenes de Fidel Herrera Beltrán, en cuyo gobierno Javier Duarte fue secretario de Finanzas y al que Herrera impuso como su sucesor, y en el actual gobierno duartista.
    Si los ciudadanos viven atemorizados, no es por lo que publican los medios de comunicación sino por la violencia misma, contra la que las instituciones han sido ineficaces e incluso cómplices.
    Dijo también que tomó las decisiones adecuadas, que Veracruz ahora es un estado seguro, que “vive tiempos mejores” y que tomó la decisión de afrontar con toda la fuerza del Estado y con la ley en la mano a los grupos delictivos.
    ¿De dónde y cuándo? Javier Duarte se declaró incompetente para atorarle al reto de enfrentar a la delincuencia mayor, la misma que su jefe, Fidel Herrera, había consentido y solapado. Javier Duarte arrojó la papa caliente al gobierno federal; le pidió implementar el operativo Veracruz Seguro y entregó el control de la seguridad al Ejército y la Armada. Su incapacidad en ese sentido es manifiesta y de ello los veracruzanos tienen una idea clara, aunque vaya a NAHP y los maree.
    La otra historia no contada por el gobernador Javier Duarte a los 250 editores, tiene que ver con la realidad: persisten los secuestros y levantones de políticos e hijos de políticos, de profesionistas y empresarios; Veracruz es un camposanto de migrantes, algunos muertos a balazos, otros desaparecidos o hallados en narcofosas; las policías municipales y estatales se hallan ligadas a bandas del crimen organizado, sin que se les haya depurado y sin haberse cumplido con la certificación mediante exámenes de confianza; los conflictos laborales se resuelven a punta de golpes, reclamos y balazos, como ocurrió con el caso Odebrecht, a media construcción del proyecto Etileno XXI; el endeudamiento de alcaldías y del mismo gobierno estatal (35 mil millones de pesos) es pavoroso, alcanzando cifras estratosféricas y limitando el desarrollo, la inversión y el progreso; incluso la bursatilización promovida y ejecutada por Javier Duarte, siendo secretario de Finanzas fidelista, resultó un fracaso y se transformó en deuda y en un lastre para los ayuntamientos.
    ¡Qué lamentable espectáculo! Podrá engañar a un grupo de editores, pero difícilmente logrará Javier Duarte esconder la realidad, crítica realidad, de Veracruz. Menos, cuando le atribuye a los medios de comunicación un papel que no ha jugado en la espiral de violencia; violencia que los políticos priístas y los malosos han provocado y estimulado para sus muy particulares fines.
    (romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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