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    José Luis Ortega Vidal
    Claroscuros

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    El 4 de julio de 1997, Amado Carrillo Fuentes (a) “El Señor de los Cielos” murió mientras se sometía a una cirugía plástica en la ciudad de México.
    Un viejo conocido suyo, Ignacio Coronel Villarreal (a) “Nacho” Coronel, lo alcanzó en el viaje sin retorno 13 años más tarde; al caer abatido por el ejército mexicano en Zapopan, Jalisco, el 29 de julio del 2010.
    Ambas muertes han sido confirmadas oficialmente por las autoridades federales de México.

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    Frente a la versión oficial sobre la muerte de Carrillo y Coronel, la periodista Anabel Hernández ventila en su libro “Los Señores del Narco”, la posibilidad de que los dos narcos se hayan “jubilado”.
    De acuerdo a esta posibilidad, Amado e Ignacio habrían sido partícipes de sendos montajes teatrales avalados y producidos por el gobierno mexicano y estarían vivos; o lo habrían estado estado –por lo menos- un tiempo después de las respectivas y presuntas fechas de sus decesos.

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    De acuerdo a la versión que Anabel Hernández recoge de añejos rumores en el mundo periodístico, político y delincuencial mexicanos, los narcos se jubilan.
    No todos, desde luego.
    Lograr tal objetivo sería un privilegio que muy pocos miembros del crimen organizado podrían obtener.
    La lógica que operaría en estos casos es la misma que habría sido aplicada en el caso de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, quien se fugó del penal de máxima seguridad en “Puente Grande”, en Jalisco, el 19 de enero del 2001.
    Se trata de historias que nacen desde el Estado, se ejecutan con el apoyo y operación de instancias del Estado y cumplen objetivos trazados desde el Estado.

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    De acuerdo a esta hipótesis –no comprobada hasta ahora, en el caso de Amado Carrillo y “Nacho” Coronel”- los narcos se “jubilan” para servir a los intereses oficiales desde una nueva posición: la de testigos protegidos.

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    Hay una polémica con respecto al caso de Heriberto Lazcano (a) “El Lazca” o “El Verdugo”, líder del cártel de “Los Zetas” que la Secretaría de Marina afirma haber matado el domingo 7 de octubre del 2012 –hace tres días- en Progreso, Coahuila.
    La SEMAR asegura haber tomado las huellas digitales de los cadáveres de dos sujetos que se enfrentaron a marinos tras abandonar un juego de beisbol en el que eran espectadores.
    Los datos dactilares permiten a la SEMAR sostener que uno de los cadáveres pertenece a Heriberto Lazcano Lazcano.
    Los cuerpos fueron enviados a una funeraria en Sabinas, Coahuila, hasta donde arribó un comando armado y se llevó los restos de quién se afirma fue “El lazca”.
    La DEA, el organismo norteamericano dedicado al combate contra el narcotráfico difiere con la SEMAR en un dato: la marina mexicana describe el cuerpo de Lazcano con la altura de un metro sesenta centímetros; mientras que los registros estadounidenses lo ubican con un metro setenta y tres centímetros de estatura, es decir, en México “El lazca” es chaparro y en Estados Unidos es alto.

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    En fin, con certeza estamos ante el nacimiento de un rumor más.
    O ante una nueva leyenda sobre la presunta jubilación de algunos narcos.

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