Claudia Constantino
Crónicas del 2012
Un día reaparece el perseguido Julian Assange en el balcón de la embajada de Ecuador y dice “Convoco a Obama a hacer lo correcto. Estados Unidos no debe seguir la cacería de brujas contra Wikileaks. Mientras este sitio esté amenazado, también lo estarán la libertad de pensamiento y la salud de nuestra sociedad”.
Otro día reaparece Lidia Cacho en el diario español El País y asegura “Hay gente que piensa que lo de las amenazas es una cantaleta. Yo también estoy harta, muy harta de tener que hacer público el hecho de haber sido amenazada, pero también creo que precisamente el que no me quedo callada, el que investigo quién hace la amenaza y digo los nombres, el hecho de que aporto evidencia, esa actitud es una de las razones por las que sigo viva”.
También recordamos a los reporteros que ante la falta de garantías para ejercer su profesión han abandonado el estado, desatada la ola de violencia en contra de periodistas a pocos meses del comienzo de la administración de Javier Duarte y que se recrudeció hasta llegar al asesinato de la reportera de la revista Proceso Regina Martínez que hasta la fecha sigue sin esclarecerse.
Los duros golpes asestados a Pedro Ferriz de Con y Carmen Aristegui tampoco han sido cosa menor, ni hecho aislado. La libertad de expresión que es un derecho fundamental o un derecho humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y las constituciones de los sistemas democráticos, conseguido a través de siglos y muchas vidas parece estar nuevamente seriamente amenazada. De ella deriva la libertad de imprenta también llamada libertad de prensa que se torna molesta y es severamente amordazada una vez más.
En todas las épocas y en todos los sistemas de que tengamos memoria los detentores del poder han intentado y conseguido frecuentemente controlar la información que se divulga y han visto al liberalismo y a los libre pensadores como amenazas de la que hay que encargarse. El derecho a la libertad de expresión es definido como un medio para la libre difusión de las ideas, y así fue concebido durante la Ilustración.
Para filósofos como Pach, Montesquieu, Voltaire y Rousseau la posibilidad del disenso fomenta el avance de las artes y las ciencias y la auténtica participación política, lo que lo hace tan peligroso o indeseable. Fue uno de los pilares de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (Primera Enmienda) y la Revolución francesa, hechos que revolvieron las cortes de los demás estados occidentales.
Otro argumento clásico, asociado a John Stuart Mill, es que es esencial para el descubrimiento de la verdad. Oliver Wendell Holmes Jr. y Louis Brandeis, famosos juristas estadounidenses, acuñaron el argumento del mercado de ideas. Según esta analogía con la libertad de comercio, la verdad de una idea se revela en su capacidad para competir en el mercado. Es decir, estando en igualdad de condiciones con las demás ideas (libertad de expresión), los individuos apreciarán qué ideas son verdaderas, falsas, o relativas.
Nada mas tentador para los poderosos, cuando se sienten amenazados que la manipulación de la información, la mordaza, el control sobre los medios de comunicación y más recientemente el imperio del miedo que nos condena a la autocensura como un acto de elemental supervivencia. En otros tiempos, los periodistas se jugaban la boca, hoy nos jugamos la vida. En Sobre la libertad (1859) Stuart Mills apelaba a la libertad para exponer y discutir con el fin del conocimiento. Esto implica unas normas implícitas de conducta que aseguren el mutuo respeto entre los ponentes, pero no la intimidación, la amenaza y los reales atentados para silenciar a los incómodos.
La humanidad ha vivido eras de esplendor y otras (muy largas por cierto) de absoluto oscurantismo. Unas generaciones han sido más valientes que otras y estos tiempos comienzan a sugerir un retroceso en los logros conseguidos en esta materia: La libertad de expresión. La pregunta que queda es ¿Cuánto valor alcanzará a juntar esta generación para defender lo que tanto ha costado para bien de la humanidad?
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