Ángel Lara Platas
Con actitud resuelta, el presidente electo Enrique Peña Nieto dirige sus pasos a la oficina principal de Los Pinos.
Sin la premura de sus ex contrincantes, pero con la urgencia del caso, ya se empiezan a ver los rostros de los que en coadyuvancia con el presidente, serán los responsables de las tareas políticas, legislativas y administrativas, que el país ansiosamente espera, después de doce aletargados años de desatinos y resbalones.
Una de las figuras de mayor connotación es Manlio Fabio Beltrones. Desde la Cámara de Diputados podrá brindar el apoyo necesario al Presidente Peña, particularmente por su probada experiencia en la construcción de acuerdos y de gobernabilidad. Su sentido de la lealtad, su visión de las cosas, y su perfil de eficaz conciliador, serán fundamentales para el éxito de la administración de Peña.
Emilio Gamboa Patrón -futuro coordinador de los senadores priistas-, sabe lo que es el manejo de los asuntos torales del país entero. Su posición como secretario particular del Presidente de la Madrid, su discreción y prudencia, han sido factores fundamentales para ocupar diversas posiciones en la administración y en tareas legislativas.
Para la Secretaría de Educación Pública se perfila el actual Rector de la UNAM José Ramón Narro Robles. De consumarse esta posibilidad, seguramente el presidente le encargará impulsar los cambios que urge aplicar en la educación. Hay que recordar que esta es una de las demandas más sentidas de la población.
Desde hace aproximadamente 10 años se ha privilegiado la educación confesional y privada, a costos inalcanzables para el grueso de las familias mexicanas que tienen que encarar la disyuntiva con sus hijos: o les dan de comer o les proporcionan educación. No hay de otra.
El presidente electo tendrá que voltear hacia el Instituto Jurídico de la UNAM. Ahí podrá encontrar a prestigiados juristas a los que deberá requerir su concurso para la gran tarea que se requiere para instaurar un auténtico estado de derecho. Urge darle vida a las letras de la justicia.
Al aún presidente no le fue tan bien como debía de ser con los abogados que contrató. Los de la Libre de Derecho (donde estudió) son excelentes litigantes, pero no tienen la visión de estadistas que los de la UNAM llevan implícita por formación universitaria.
Aunque para la Secretaría de Relaciones Exteriores hay varios nombres que se encuentran en el escritorio de Peña Nieto, quien sea nombrado debe reunir dos requisitos fundamentales para desempeñar el cargo con decoro: hablar perfectamente el inglés y saberse de memoria los discursos y las obras del abogado, escritor, periodista, historiador, lingüista, filólogo, diplomático y académico mexicano, don Isidro Fabela Alfaro, el mejor diplomático habido en México.
México debe recobrar su liderazgo en América Latina. Necesita darle respetabilidad y funcionalidad a su política exterior.
Será de entera responsabilidad del titular de esta importante oficina, lograr que México haga sentir su voz en el mundo entero, tal como ocurría cuando don Adolfo López Mateos estaba al frente del gobierno federal.
Otra de las secretarías que jugará un papel importante en el gobierno que está por arribar, es la de Turismo. Se sabe que es una de las posiciones más disputadas. A la vista hay varios gallos y algunas gallinas. Habría que ver quiénes de los (o las) aspirantes, dominan -al menos-, el idioma inglés. México se debe vender ante el mundo como una de las mejores opciones dentro del turismo mundial. Claro, el esfuerzo por realizar deberá ser del mismo tamaño.
La Secretaría de Gobernación pareciera no participar de la fiesta. No pocos “le hacen el feo”.
En estos dos sexenios a esa secretaría se le ha perdido el respeto. Intereses opositores se han encargado de que permanentemente esté ocupada por los más diversos grupos de manifestantes. Ya hasta le dicen el Waterloo de Bucareli. Tendrán que rescatarla para convertirla en la más importante herramienta política del presidente en turno.
Algo urgente sería la creación de la Secretaría de la Juventud. Aparte que esta idea la tenía el propio Peña desde que era gobernador del Estado de México, los países más desarrollados del mundo como Italia y Francia, la tienen. Es necesaria.
Esta secretaría englobaría varios temas que tienen que ver con la juventud como el deporte, la cultura, programas de estudio, posgrados, etc., y sería coadyuvante –aunque independiente- de la Secretaría de Educación Pública.
Luis Videgaray Caso podría ser uno de los impulsores del presidente para alcanzar una presidencia democrática, que posicione con legitimidad a Peña Nieto en el contexto nacional e internacional, como un gobernante moderno y eficaz.
En el primer círculo habría que agregar al experimentado Jesús Murillo Karam –de Hidalgo-, Ivonne Ortega –de Yucatán-, Beatriz Paredes –de Tlaxcala-, y Miguel Ángel Osorio Chong, entre otros.
Arduas faenas le esperan al nuevo gabinete para rearmar el rompecabezas en quedó convertida nuestra vida institucional.
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