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    Salvador Muñoz

    Los Políticos

    Casi un 70 por ciento de aceptación o popularidad es comprensible en el Pejedente… aunque no crea que sea por su Gobierno, sino obedece más a lo que generó su triunfo en la gente (que fue mucha, millones): la esperanza de un nuevo cambio. Puede sonar eso de un “nuevo cambio” como uñas arañando la pizarra pero con Fox Quesada y Enrique Pena Nieto, los mexicanos supimos lo que era la alternancia en el poder que se enfatiza con el arribo a tal de López Obrador. Sí, estoy seguro que millones de mexicanos deben estar felices, felices, felices… y lo mejor, que puede ser una felicidad limpia, de ésas que salen del alma, porque con su voto, ayudaron a vencer al sistema, a la mafia del poder y eso le da un valor agregado a su participación en las urnas.

    López Obrador raya en la figura de un líder moral… alguna vez incluso se le llamó “Mesías tropical”, y muchas veces en sus discursos, pareciera un Ungido cuando brinca con expresiones como “Abrazos, no balazos”, “Los narcos también son pueblo”, “Feliz, feliz, feliz”, “Primero los pobres”, “No es mi fuerte la venganza” y “No tengo derecho a fallar”.

    La “prensa fifí”, “Me dan ternura, ternuritas” y “Me canso ganso” se cuecen aparte…

    Tiene el poder y sabe emplearlo de manera simple, como en Las Mañaneras. Él lleva la agenda… y lleva el control que es como el de la Tele… ¡nadie lo quiere perder! ¡nadie lo quiere prestar!

    Perder el control le desagrada… que lo saquen de su zona de confort, le irrita… ¿recuerdan el “¿De qué se ríen?” después de que una niña mostrara su dedo medio a las cámaras? Mejor aún: ¿recuerdan su participación en los debates? Es evidente que está lejos del diálogo y más cerca de la confrontación, pero siempre desde su zona de confort… por eso no asistió al Congreso… ¡para qué arriesgarse a una manta, a unos carteles, a una máscara, que le arruinen su fiesta!

    Es cierto, tenemos al Presidente con más popularidad que se recuerde en la historia de México, tan popular como un Cristiano Ronaldo, que mete goles; tan popular como un Luis Miguel, que canta bonito; tan popular como un Carlos Slim, que invierte y gana un chingo de dinero, pero esperemos que no sea tan popular como un Cruz Azul, que acabe “cruzazuleándola”…

    Faltan tres meses para que cumpla su primer año de Gobierno Andrés Manuel López Obrador y la perspectiva de éste, de su gobierno, en lo particular, es de total incertidumbre… no por lo que digan las noticias, sino por lo que vive y cuenta la gente. Se habla de ahorro, pero no del que “guarda”, sino del que “te restringe”, del que “te limita”. Se habla de las becas para jóvenes que dan la oportunidad de un trabajo… están perfectas, perfectas para esos chavos que aún viven en su casa, con sus padres… pero no para quienes ya decidieron conformar un hogar, con hijos… 

    Se habla del apoyo a la tercera edad, a todos los ancianos, a todos los abuelos… ¡qué bueno! Son unos 4 mil 600 y cacho bimestrales… si son dos ancianos, ¡mejor! ¿Pero si es uno? A la semana, una despensa propia para una persona de la tercera edad, araña los mil 500 pesos, sin contar con el pago del agua, luz, gas… hablamos pues de economía y si a ello le agrega (in)seguridad, le puedo decir que por muy popular que sea López Obrador, no habrá pueblo (clase media, principalmente, sostén de este país) que aguante los embates de estos dos elementos que cuando fungen en negativo, lastiman, laceran y joden a un pueblo sabio y feliz, feliz, feliz…

    Si el Pejedente no atiende estos dos puntos, la Cuarta Transformación no pasará de ser más de lo mismo y se estará visto que el sueño de llegar a la grande era más que pensar en un verdadero cambio, en ver realizado el deseo de una sola persona que fue capaz de generar en millones de mexicanos, la esperanza de un cambio… ¡tranquilos! está a tiempo, si no es que el tiempo le gana.

     

    smcainito@gmail.com

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