Sergio González Levet
Sin tacto
En la estrategia de control total que está imponiendo Andrés Manuel López Obrador, los súper delegados cumplen un papel muy especial, cuando menos en algunos estados que se consideran cruciales para la estrategia electoral en la que se funda la permanencia de Morena como partido hegemónico.
Es obvio que uno de esos es Veracruz, y por ello permanece en su puesto un morenista puro, receptor de la confianza del patriarca… y -muy importante- de su afecto.
No es el caso, por ejemplo, de personajes que cumplen una función de adorno, de “florero”, como les llaman, inspirados en doña Olga Sánchez Florero, perdón, Sánchez Cordero, la Secretaria de Gobernación que no hace gran cosa en su puesto.
Y sí, los delegados de Bienestar Social en Aguascalientes, en Jalisco, en Quintana Roo, por dar tres ejemplos, llegaron por recomendación y fueron nombrados ahí para que no hicieran nada y para que no tuvieran ninguna fuerza política.
Por el contrario, en Veracruz Manuel Huerta Ladrón de Guevara trae órdenes precisas al más alto nivel, al único que vale, al del propio Andrés Manuel, y por tanto es el intérprete autorizado de la Cuarta Transformación.
Si a ese valor político le sumamos el hecho de que le ha sido otorgado el control de las inversiones federales que se destinan a Veracruz (y que representan siete veces el presupuesto que maneja el Gobierno del Estado para obras y programas de apoyo social), se puede entender la fuerza que tiene en la entidad como figura representativa del morenismo.
Tal es la razón por la que últimamente han buscado acercarse a él muchos militantes del Movimiento de Regeneración Nacional y varios políticos antañones con sueños de regresar a la palestra.
Y Manuel se deja querer, entreabre rendijas, acepta apapachos. Sin embargo, con toda la experiencia a cuestas, no se compromete con nadie ni formula la creación de liderazgos novedosos. Menos impulsa sueños guajiros.
Escucha, asiente, estimula… pero no promete nada, ni a nadie.
Viejo zorro del mar proceloso de la grilla jarocha, el señero dirigente de la izquierda veracruzana cumple su función y le cumple al amigo cuando no alienta aspiraciones emergentes de nadie, cuando se dedica a hacer lo encomendado, nada más que lo encomendado y solamente lo encomendado.
Cierto, hay algunos personajes oscuros y embozados que quisieran desaparecer la preeminencia de Manuel Huerta. Buscan cada uno por su lado ser factótum en la política jarocha, pero les faltan años y experiencia. Y ya de talento ni hablamos.
¿Nombres? Claro: ahí están Eric L. Cisneros; Eleazar, el-no-primo, Guerrero; los amigos de siempre de Cuitláhuac, que no dan la cara pero sí darían un brazo por salir del ostracismo.
Y en lo externo, Rocío Nahle, que quieras que no anhela disfrutar de una presencia estatal como la de Huerta Ladrón de Guevara.
Discreto, leal, empeñado en su trabajo, el Director General de Aduanas, Ricardo Ahued, no suda calenturas ajenas ni le entra a esas grillas a deshoras.
Pero hay otros que sí, y con ganas.
Por eso el golpeteo a Manuel.
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