Elena Córdova Molina
Luna Nueva
Mi Madre me decía que la familia era lo más importante. Cuando platicábamos a solas, me miraba fijamente y con sus cálidas palabras, llenas de convencimiento, me tranquilizaba y preparaba para la vida, asegurándome que, sin importar dónde estuviera ni en qué situación, mi familia siempre iba a estar para mí. Y, así ha sido. En cada etapa, en cada suceso, por muy complicado que sea o haya sido, en mi familia, parientes como decimos en el rancho, he encontrado una mano, un cálido abrazo y un regazo que me cobijó en los momentos más difíciles. Por eso las palabras de mi Madre Teresa Molina han sido una gran e inolvidable lección de vida para afrontar lo que hoy pasa frente a mis ojos, más aún que ya no la tengo conmigo.
“Quédate, quedémonos en casa”. Es la frase cotidiana que escuchamos de un par de meses para acá. Todos estamos haciendo un esfuerzo, nosotros, gobierno, los medios de comunicación, personal médico, enfermeras y demás para afrontar la grave contingencia de salud pública que le toca vivir a esta generación.
Muy cercanos al 10 de Mayo, quise hablar de la mujer, de la madre, de la institución que representa en cada hogar, y se refleja en cada hijo, en cada esposo y en ella misma. En el mundo y más en nuestro país, las mujeres somos la columna vertebral de una familia, sola o con pareja queda demostrado nuestra valía y el trabajo visible e invisible de cada hogar.
En nuestra madre encontraremos siempre la mejor y mayor motivación, porque su ejemplo y su amor inmenso la hacen pilar de nuestros pasos y logros. En su mirada se encuentra una historia que contar.
Bendecidos sean los hogares que aún tienen a su madre y padre, puesto que a mí me tocó verlos partir, cuando más los necesitaba, esta es la prueba más difícil que me ha puesto la vida. Sin embargo, con sonrisa en mi rostro escribo estas letras con amor y con grandes recuerdos de lo que fue mi Madre Teresa Molina, mujer de palabra, mujer que en sus pláticas me hacía imaginar, imaginar lo que yo quería ser e imaginar lo que tenía que hacer para lograrlo.
Ante un mundo que se encuentra resguardado “en casa” el trabajo de una madre es sin duda mayor, puesto que es ama de casa, enfermera, maestra, tutora, cocinera, psicóloga, es multifuncional y en todas las tareas pone su mayor esfuerzo. A veces disimulando el cansancio y dando palabras de aliento.
Reconozcamos entonces a la mujer y el papel que juega en un mundo de Pandemia, donde las horas, los días y meses son más largos que nunca. Donde no hay tiempo libre, ni día festivo, ni fin de semana, ni tiempo fuera, solo hay un hogar con hijos y esposo que día a día esperan a Mamá para iniciar y terminar el día. Las 24 horas y sin límite de tiempo.
Deseo que cuando todo termine, el papel de la mujer sea revalorado, primero en casa, con sus hijos y esposo, pero también afuera, frente a la sociedad, con los gobiernos, con las instituciones, sabiendo que ellas también son heroínas sin capa y que en cada hogar hay un pilar sosteniendo todo, todo el tiempo. No sólo en tiempos de crisis ni pandemia alguna.
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