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    Robo-Tlalpan-censura

    Brenda Caballero
    Números Rojos

     

    Veo la primera plana del periódico Reforma y algo llama más mi atención que la nota principal de la ejecución del General responsable de la seguridad de la zona norte de Tamaulipas. Es una foto de tres mujeres y tres niñas amarradas con cinta en las muñecas. La nota se titula “Frustran robo a casa”. Desde luego que llama mi atención y busco la información dentro del periódico. Está en la sección Justicia y allí le ponen “Una hora de terror”. Empiezo a leer y me doy cuenta que unos delincuentes logran ingresar a la casa de las mujeres fingiendo uno de ellos ser un empleado de paquetería.
    La señora siente confianza porque el delincuente le da el nombre completo de su esposo, pero en estos días ¡hay mil formas de conseguir un nombre! Por el directorio telefónico, por el internet, por la correspondencia, etcétera, etcétera.
    Para no hacerle el cuento largo, la mujer abre la puerta y los sujetos la amagan con pistola y entran a la casa, donde con cinta canela les sujetan las manos a ella, a dos empleadas domésticas y a tres pequeñas. Después vinieron gritos y amenazas, saqueos de objetos de valor, aparatos electrodomésticos en la camioneta de la familia.
    Por suerte, un vecino notó que “algo raro” pasaba y fue a tocar el timbre. Le permitieron a la mujer abrir, no sin antes amenazarla para que guardara silencio.
    El vecino le dijo que iba a pasar el camión de basura, a lo que la señora se percató de que algo había visto, pues el camión había pasado. El vecino se retiró y los delincuentes decidieron hacer lo mismo dándose a la fuga rompiendo chips de teléfonos para que las mujeres no se pudieran comunicar y ganar tiempo. Por fortuna, el vecino había hablado a la policía y a través de las cámaras de seguridad persiguieron la camioneta y previo tiroteo, detuvieron a los delincuentes que chocaron el vehículo. El jefe de familia descubriría después que uno de los delincuentes era un vecino.
    Afortunadamente esta historia tuvo un final feliz, pero sigo sin comprender algo ¿Por qué el periódico pone la foto de las afectadas y de las pequeñas? Realmente las arriesga.

    II
    Después de las crónicas de extorsión I y II publicadas la semana pasada, llega a mi correo otra historia telefónica de “Manuel”.
    “Estaba en el trabajo cuando recibo una llamada. Al momento de ver el número, me dice que es privado, por lo que no contesté, por lo que siguió sonando, por lo que debido a la insistencia contesté.
    “Una voz me llamó por mi nombre y apellido, por lo que pregunté ¿Quién habla? La voz aseguró ser mi amigo y servidor, el Comandante Covarrubias. Siguió diciendo que lo acababan de nombrar Coordinador en la Zona Xalapa y que se comunicaba en relación a la seguridad de mi fraccionamiento. La voz continuó diciéndome que en días pasados había pasado a mi casa donde le recibió mi esposa (cita el nombre de ella) pero como iba de salida con su hija (también cita el nombre) ya no trataron el asunto.
    Ante el conocimiento de tales datos, Manuel piensa un momento y le pide le llame en quince minutos pues se encuentra en una reunión. El Comandante Covarrubias acepta devolverle la llamada.
    Durante ese lapso, Manuel trata de comunicarse con un amigo de la Secretaría de Seguridad Pública para corroborar los hechos, pero no tiene suerte, por lo que llama a la mamá de sus hijas, quien le dice no haber recibido a nadie, incluso le comenta estuvo fuera de la ciudad en esa fecha. Ante tales hechos, Manuel reconoce la mentira del dichoso comandante.
    Manuel hace otra llamada, ahora a casa de su mamá. Contesta su hermana quien le comenta: “deberías decirle a tu madre que no platique tu vida a tus amigos; llamó un tipo y tu madre se puso a comentarle todo”.
    Pasaron 15 minutos, el supuesto comandante volvió a llamar, “a lo que contesté con un ¿Qué quieres? Ya no era el comandante sino otra voz que hablaba de su parte; volví a preguntar ¿Qué quieres hijo de la chingada?
    “La voz dijo: cómo que hijo de la chingada, ¿no sabes con quien estas hablando? Nosotros somos un grupo delictivo llamado los Zetas (se escuchan muchas voces), seguido de gritos y amenazas. Y diciendo que no querían problemas, tan sólo un depósito de 5 mil dólares, o de lo contrario algo le iba a pasar a mi hija. Como los mandé muy lejos aseguraron tener dos elementos afuera de mi casa. Aclaro: la describieron bastante bien; color, número, hasta el modelo del carro que estaba afuera”.
    Manuel colgó y llamó a la Sedena. Después de narrar su historia le comentaron que era una llamada de extorsión y ése era el modus operandi.
    “Regresé con mi madre y pregunté qué había contado, a lo que me respondió que habían llamado preguntando por su hijo. Ella dijo: ¿Manuel o Víctor? Le dijeron que era un amigo de su infancia y le preguntó que si no se acordaba de él, que se llamaba Arturo y que se iba a casar.
    “¿Qué es de Manuel ? ¿qué estudió?¿ se casó o sigue soltero? ¿cómo se llama su esposa? ¿a qué se dedica ella? ¿Y ya tienen familia? para saber cuántos pases le voy a dar para la fiesta. ¿Qué edad tiene su hija? ¿Cómo se llama su hija? oiga.. y para llevarle la invitación… ¿cuál es la dirección? ¿de qué color es la casa? ¿ reja de qué color? ¿tiene vehículos? ¿cuáles y de qué color? Oiga… ¿y usted no va a querer pase para acompañarme a la boda? para lo cual, mi madre contestó: yo quiero dos… uno para mi hija y uno para mí…”
    Después de tomar algunas precauciones, Manuel escribe: “al final, hasta me reí de lo inocente que fue mi madre”.

    Email: caballero_brenda@hotmail.com

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