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    MERCADO 5 DE FEBRERO

    Luis Manuel Toto Pólito

    Observatorio

     

    Conforme pasan los días, se hace evidente que el alcalde Manuel Rosendo Pelayo está inmerso en sus propios intereses políticos y sociales, que cierran vías de comunicación al desarrollo público.
    Ahora incluso, su administración se ha apoderado del espacio más importante para el municipio: el mercado municipal 5 de Febrero, al que casi todos meten mano pero nadie aporta.
    El munícipe arroja al abismo de la frustración a cientos de familias, que desean una forma de vida honesta.
    El mercado literalmente se ha convertido en un botín para la actual administración, nadie da paso sin huarache y tampoco dejan algo vivo.
    Y es que ni siquiera se entregan boletos a quienes acuden al baño, y las ganancias son interesantes, cobrar entre 3, 5 y hasta 10 pesos a un promedio de 500 locatarios, es un regalo para quien administre los recursos.
    El alcalde ha cerrado sus manos ante el insistente llamado de quienes conocen el lugar de pies cabeza, y es precisamente así como se encuentra el mercado: sin pies ni cabeza.
    Para comenzar, vale precisar un ejemplo muy claro; y es que desde su llegada al poder, no ha colocado a nadie al frente de la administración, quizá porque la secretaria que ahí despacha, es mejor sirviente que ningún otro servidor público.
    Cuando participó como candidato, Rosendo prometió y animó a los locatarios a construir un nuevo mercado municipal.
    Pero ahora como alcalde las cosas cambiaron, prácticamente se deslindó y lanzó la bola a los mismos locatarios, a quienes invitó a auto promover recursos para la re construcción del mercado, dejándolos en shock.
    Chuayffet, como fue conocido Rosendo, a un año dos meses de administración, marcha sin propuesta de mejorar el recinto, ha hecho caso omiso a la posibilidad de cuando menos ampliar el espacio de ventas, para liberar las calles Plan de Guadalupe, Manuel A. de la Cabada y Bernardo Peña.
    No ha dado al mantenimiento al basurero que despide olores desagradables, la fachada empeora día con día, y diariamente aumenta el número de personas que desean un espacio, entre ellas y ellos: vendedores de frutas, verduras y hojas surtidas.
    ¿Pero porque hay lugares disponibles sin utilizar?
    Sencilla respuesta, Manuel Rosendo Pelayo no permite que los verdaderos vendedores, ocupen los espacios que requieren, porque líderes políticos y vivales, han hecho su agosto y él lo ha solapado.
    Manuel Rosendo Pelayo pudiera ser listo pero a su vez es la ruina de quienes desean trabajar.
    Se doblegó ante Genaro Domínguez Maldonado, el líder de la Coordinadora Nacional de Pueblos Indios (CNPI), quien mantiene secuestrado alrededor de 50 establecimientos en el mercado 5 de febrero.
    El popular sujeto siempre ataviado con morral de trapo, también ocupó a la mala los locales de la plaza Karime Macías de Duarte.
    Ahí donde antes fue el rastro municipal, y ahora se elevaron los edificios de agua potable, registro público de la propiedad y hacienda del estado.
    El alcalde es culpable de no pode orden, de no coadyuvar a mejorar las condiciones de decenas de familias.
    ¿Por qué si ha iniciado censos entre locatarios, y ha dicho que se removerá la concesión a quienes no ocupen los espacios, no ha hecho nada contra Genaro Domínguez, y a su vez mantiene más de 50 locales sin ocupar?.
    Si hay dirigentes que tienen partidos u organizaciones, les dan más poder, a quienes no, solo un “no puedo”.
    El contraste entre vendedoras exponiéndose fuera del mercado, en plena calle, rozando y toreando vehículos, y los locales interiores desocupados, es delirante, no hay razón para no corresponder a quienes le apoyaron señor alcalde.
    A consecuencia de esta renuencia, Manuel Rosendo Pelayo pudiera enfrentar en breve, manifestaciones mayores que estarían encabezadas por una organización nacional, que entraría al quite para arrebatar los espacios que le corresponde a los verdaderos locatarios.
    Manuel Rosendo Pelayo ha perdido poco a poco los espacios políticos y la aceptación social, en virtud de intentar proteger el feudo que engendró junto a sus allegados, todo por la soberbia insolvente que trae en la cabeza.
    La capacidad de prometer y no cumplir, le han valido un nuevo mote: el de “chendo excusas”, ya que la ciudadanía ve con tristeza y arrepentimiento la caída del gobernante en turno.
    Aquel que prometió un aeropuerto, un teleférico, un hospital de tercer nivel y un nuevo mercado municipal, sin que nada se haya hecho.
    Después que la política transcurra, que las elecciones pasen y que un diputado triunfe, ¿cuál será la excusa? , el fuego amigo ni los ataques políticos ya no serán una posibilidad, simplemente tendrá que buscar más pretextos para no hacerse responsable de sus actos.

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