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    Eugenio Chimal CrisantoGrajales

    Fernando Hernández Fernández

    El Marcaje

    Han pasado casi 20 años de que conocí a un pequeño niño que “nadaba como gato”, pero corría como gacela y que a pesar de su corta edad, le ganaba a muchos cuando había que darle de vueltas a las instalaciones de la Clínica 11 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
    Yo transitaba por la adolescencia. Era ya un nadador en decadencia, pero me llamaba la atención la cadencia, la velocidad, el estilo de un pequeño niño al que le decían “Cris”. Muy llevadero desde el principio y con ese peculiar carisma.
    Pasó el tiempo. Le perdí la pista. De repente encontré que ese pequeño ya se dedicaba al triatlón. Me lo contó su entrenador, Eugenio Chímal Domínguez.
    A “Genio” lo conocí también por la natación. Un tipo constante y que venía de un club muy unido, el del Centro Deportivo Ferrocarrilero, parte de una gran camada de tritones y sirenas de la ciudad.
    Cuando empecé en el asunto reporteril me enfoqué a seguir parte de la trayectoria de Chímal Domínguez. Qué cerca de llegar a los Juegos Olímpicos del 2004, una pinchadura en su bicicleta en el último filtro le alejó de esa oportunidad como triatleta.
    Tras esto, se dedicó a trabajar con su club, el Veratrix, y pico piedra hasta llegar a ser el presidente de la Asociación de Triatletas de Veracruz, aventurándose en un reto complejo, porque la cantera venía en disminución, así como la promoción no era tan vasta como en antaño.
    Sin embargo, en el plano juvenil Crisanto destacaba en la Olimpiada Nacional. Inolvidable ese cierre en Mazatlán en el 2009, cuando ganó prácticamente por una nariz al guanajuatense Eder Mejía, con quien acordó en esos últimos metros sacar todo para buscar la meta. El xalapeño consiguió el oro por una centésima de diferencia.
    De ahí, vino el despegue en el plano profesional. El binomio empezó a planear la nueva etapa de la carrera deportiva.
    Las competencias en el extranjero, las pruebas ante los Elite, el crecimiento paso a paso en el triatlón mexicano.
    El aprendizaje de los dos llegó a ponerlos en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Ahí falló Crisanto, él mismo lo confesó. La confianza le traicionó y se quemó antes de tiempo. Pero reconoció que eso sirvió como experiencia y los errores cometidos en el pasado Ciclo Olímpico no los va a repetir.
    Y lo dejó en claro con la Serie Mundial 2015. Séptimo lugar del ranking y cuarto en el pasado Mundial de Chicago.
    Grajales Valencia prácticamente ganó todo en el reciente año deportivo. Tres oros en Veracruz 2014, el dramático metal dorado en Juegos Panamericanos, la plaza para México hacia Río 2016 y ponerle su nombre y apellido.
    Eso le valió ganar el Premio Estatal del Deporte y el Premio Nacional del Deporte en este 2015; igualmente, “Genio” Chímal fue reconocido con el galardón federal, porque para el del estado no le alcanzó por una campaña interna que le dio el triunfo al profesor de tae kwon do Miguel Acosta, ayudado por su alumno Jorge Lestrade, quien estaba dentro del jurado evaluador y provocó el cambio en el voto de varios de sus compañeros.
    Hoy ambos están en los reflectores no sólo de México, sino del mundo, que reconoce el esfuerzo, el trabajo, el tesón de estos jóvenes veracruzanos que comenzaron picando piedra, costándoles mucho, y hoy aspirantes a un éxito olímpico.
    Pero lo más importante, siguen con esa humildad y carisma, idénticos a cuando los conocí. Se auguran éxitos.

    Hasta la vista.

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