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    Arturo Reyes González

    Burladero

    Los rostros de la gran mayoría del público presente en el recinto de sesiones del Congreso, en los momentos en que se debatía la reforma al Artículo 4o Constitucional para proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y que fue finalmente fue aprobada por los diputados del Congreso del Estado, con 34 votos a favor, 9 en contra y una abstención, era de cierta incredulidad, de enojo, de rabia.

    El Partido Acción Nacional había sido claro desde el inicio y fijó su postura: “nosotros estamos por el sí a la vida”; eso bastó para que los legisladores priistas hicieran uso de la tribuna para contrarrestar a los panistas que los estaban dejando en mal.

    Frases como “Yo todas las mañanas doy gracias a Dios por mis hijos y por la vida”, “en mi casa mis padres me dieron principios y valores, se mamaron y son los que me han formado y estoy orgulloso de ello”, “yo recibí formación y educación, apostemos por ello”, palabras más palabras menos, entre algunas otras joyas de este tipo, utilizaron los legisladores tricolores, representantes del pueblo para demostrar que nadie les ganaría al momento de desgarrarse las vestiduras… Y la principal que fue repetida una y otra y otra vez: “Yo soy católico, pero…”

    En ese momento, sólo faltaba que Dios a través del Espíritu Santo se hiciera presente en la sala e iluminara a sus representantes, a esos dignos representante que no tuvieron empacho alguno en dar una muestra de lo que un buen católico es y debe ser.

    Las religiosas y católicos presentes no podían dar crédito a lo que sucedía, era casi un milagro, Dios los había iluminado, caray, lástima que parece ya fue tarde y no sucedió lo mismo cuando había que decidir por las iniciativas que mandó Duarte, si no, otra cosa sería de Veracruz.

    El rostro, insisto, el rostro lo decía y lo reflejaba todo. Si pudiéramos leer la mente, encontraríamos que no faltó quien se preguntó: “¿Dónde estabas Dios antes de este día? ¿Por qué nos abandonaste y hasta hoy te hiciste presente?”

    Sin duda, los caminos del Señor son misteriosos.

    Lo anterior dejó claros mensajes en la población ahí presente, uno de ellos, que el PRI no mintió, mandó a los mejores hombres y mujeres a representar a los veracruzanos… lástima que ellos, llenos de valores y principios, con calidad moral, con la autoridad para mirar a sus familiares e hijos todos los días, no sean buenos legisladores.

    Y que como buenos católicos, no debe de haber ninguna duda que el amor del padre es tan grande que quizá hasta a esta bola de pecadores les permita redimirse.

    El Señor se hizo presente, y no el que los manda en la tierra, sino el que guía todos los días y todas las mañanas sus pasos y sus vidas, el que presumieron –haciendo menos a los panistas– que casi casi les dicta el cómo deben de conducirse para ser buenos cristianos.

    Qué bueno que son católicos, que son padres conscientes de ello, que actúan en base a los principios y valores éticos y morales inculcados en el hogar, familiares, de bien, si no, imagínese querido lector lo que sería de nuestro bello estado.

    Gracias, gracias Señor por enviarnos el mensaje, no todo lo que brilla es oro. Habrá falsos redentores y finalmente, el Diablo también se sabe la Biblia… ¡y es capaz de todo!

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