Destacado

    Elena Córdova
    Luna Nueva

    Sabía usted que más de un 90% (con sus variaciones normales) de las remesas que llegan a México provienen de los Estados Unidos. Y que, según un estudio del banco de México, en el estado de Veracruz las tres principales ciudades receptoras de remesas son Xalapa, Veracruz y Córdoba. Por otro lado, pero en ese mismo sentido, según informes del propio Gobierno del Estado de Veracruz, desde hace unos años, de forma casi invariable, somos la tercera entidad expulsora de migrantes, detrás de la ahora CDMX y el Estado de México.

    Aquí hablamos de ciudadanos, hombres y mujeres, que se van fuera del Estado, fuera del país, rumbo al extranjero. Esto significa simplemente que, pese a lo que digan, Veracruz sigue siendo un estado con un alto índice de migración regional y estatal.

    En cuanto a nuestros paisanos veracruzanos, la mayoría de los que se van tras el sueño americano promedian edades de 20 a casi 40 años, es decir en plena vida productiva.

    Soy orgullosamente originaria de una localidad que se llama Mesa de 24, perteneciente al municipio de Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, identificado por los estudiosos del tema migratorio como uno de los 15 municipios veracruzanos, expulsores de gran importancia de la parte central del Estado. De aquí salen mujeres y hombres, valiosos, trabajadores de diferentes edades y estratos sociales, rumbo a Estados Unidos y en menor medida a Canadá.

    Destaco que para mí esto no sólo es un dato estadístico, pues gran parte de mi familia y muchos amigos que dejé de ver en la infancia (y espero volver a ver algún día), se fueron en busca de mejores horizontes, en busca de trabajo o simplemente, porque era más fácil en ese tiempo, nacidos de una invitación del pariente, el primo, del amigo, del vecino, tan atractiva por todo lo que les contaban que había allá, que no se quiso o pudo desairar.

    No omito señalar que esta alta migración ha impactado las formas básicas de organizaciones y vida de las comunidades rurales principalmente, como la mía. Por ejemplo, somos muchas las mujeres que ahora, a falta de un jefe de familia, toman ese rol tan importante lo que les exige un doble esfuerzo en el cuidado familiar, pues, como dice el dicho, son padres y madres a la vez.

    Mi tía Lupe, hermana de mi mamá, prácticamente en la actualidad, mi ángel de la guarda, es quien me ha tendido la mano en tiempos muy difíciles; me place decir que está casada con un buen hombre trabajador que vive allá, “en el otro lado”, que la procura y es gracias a ella que también he aprendido mucho de la vida de los mexicanos allá, en los Estados Unidos.

    Son muchas historias buenas y malas, todas difíciles como sello particular que nuestros paisanos veracruzanos tratan de mantener vivas sus costumbres y tradiciones, de respeto y cordialidad de quienes van también en busca de ese sueño.

    Por esta razón, sé de la gran inquietud y preocupación viven los migrantes mexicanos, en especial de los veracruzanos, ante las próximas elecciones en los Estados Unidos donde los principales contendientes tienen en la mesa de sus ofertas políticas, la cuestión migratoria.

    Con un candidato del Partido Republicano como Donald Trump, quien pese a su evidente giro en ese tema, no quita el dedo del renglón en cuanto a las deportaciones masivas y cierre de fronteras; y por el otro, una mujer inteligente, brillante como lo es Hillary Clinton, candidata oficial del partido demócrata, quien reconoce y apoya la causa migratoria mexicana. Por nuestro bien, debe ganar Hillary Clinton la presidencia de los Estados Unidos, aunque suene de lo más extraño. No debe ser de otra forma.

    Entre tantos problemas locales, con un Gobierno Estatal en una situación difícil en lo financiero y administrativo, con un cambio radical de Gobierno después de 86 años de preminencia de un solo partido político; en lo profesional, falta de oportunidades de desarrollo, de crecimiento económico nulo… casi nadie se ha puesto a pensar qué harían casi un millón de paisanos que se encuentran de manera irregular en el país del norte, ante un probable triunfo del partido republicano. Esto todavía no está definido pese a las encuestas que muestran a Donald Trump a la baja y por lo raro del comportamiento del electorado estadunidense en las definiciones, pues sin duda, su primera reacción y acción sería regresar con sus familias a su Estado, al lugar que los vio nacer. Un derecho natural que nadie les puede negar. Ello está bien y es lo más justo. Pero ¿qué pasaría?, ¿cómo sería su vida de nuevo aquí, en qué trabajarían? La respuesta la sabemos todos…

    Como un modesto homenaje a los que se han tenido que ir a trabajar fuera del Estado, a los paisanos que no están en el país, esta canción dice lo que sentimos a cada instante de nuestra vida:

    Yo nací con la luna de plata / nací con alma de pirata / he nacido rumbero y jarocho / trovador de veras / y me fui lejos de Veracruz // Veracruz, rinconcito, donde hacen su nido, las olas del mar / Veracruz, rinconcito, de patria que sabe sufrir y cantar / Veracruz, son tus noches, diluvio de estrellas, palmera y mujer / Veracruz, vibra en mi ser // algún día hasta tus playas lejanas, tendré que volver…

    Hacer Comentario