Elena Córdova
Luna Nueva
Seguramente lo ha visto en más de una ocasión, yendo en su vehículo cuando llega a un alto y en algún cruce de calles con mucha movilidad. Ahí, muchos chavos, chavas, hasta gente grande, con el semáforo en rojo, inmediatamente se acercan para limpiarle su parabrisas, a veces sin decir agua va. Mientras uno los observa enjabonar y limpiar ágilmente con una especie de goma, de hule, con esa maestría que le dan los cientos de parabrisas que limpian a diario. Son muchas cosas vienen a nuestra mente. En principio pensamos en lo difícil que es su incipiente vida, volviéndola aún más frágil al arriesgarse por unos cuantos pesos y unas monedas, como también exponerse al desprecio de los conductores que a veces ni siquiera se dignan a mirarlos.
También se pone uno a cavilar qué sería de ellos si tuvieran la oportunidad de trabajar en algo mejor e incluso de estudiar, contando con el apoyo necesario para hacerlo. Son tantas cosas que vienen a la mente en este pequeño instante que cambia la luz roja a verde.
En días pasados, en las redes sociales, circuló un video de un joven de 21 años, de nombre César David Caballero, un joven que limpia parabrisas, como los hay por cientos, con las características que cité arriba; sólo que este joven tiene un sello que lo distingue: él no hace esto por falta de oportunidad o por no tener más opciones, por el contrario, lo hace para pagarse sus estudios universitarios y llegar a ser en un futuro no muy remoto un médico cirujano.
David Caballero, quien es seguramente un ejemplar estudiante del ICEST Campus 2001 en la ciudad de Matamoros, acude a la universidad con la intención de formarse y concluir sus estudios superiores que lo acrediten como todo un médico.
Según versiones de testigos que lo han observado, cuando las clases han concluido y muchos de sus compañeros van a casa o a convivir por un rato con sus congéneres, él tiene que trabajar en la avenida Lauro Villar, limpiado los parabrisas de los automóviles que por ahí circulan para obtener más recursos, solventar sus gastos básicos y al tiempo, seguir con sus estudios universitarios.
La noticia, indudablemente me llevó a recordar mi época de estudiante universitaria, cuando también pude realizar actividades de venta de productos para obtener un poco más de recursos y seguir con mis estudios en el Instituto Tecnológico de Úrsulo Galván. Ahí, aparte de fortalecer mi idea de lo que significa una empresa, cómo funciona y sus principales elementos, entendí lo que es la vocación y la pasión por lo que más quieres llegar a ser, hablo de la profesión de vida, para la que estudiamos y nos preparamos, en pocas palabras.
En un sentido amplio, pero esencial, la vocación y pasión son cosas distintas. La vocación se entiende como el interés para llevar a cabo una determinada actividad, sea profesional o no. Y la pasión es la intensidad emocional o espiritual que se invierte en cada una de las acciones que llevamos a cabo. También aprendemos, los que somos administradores de empresas, que, en la mayoría de los casos, la vocación tiene diversas raíces como pueden ser la tradición familiar, la elección de la carrera, los amigos, etcétera.
En todo caso, su origen casi siempre es externo, por una influencia recibida. En un sentido positivo, quiero imaginar que las carencias de la vida, esa influencia, es lo que ha llevado a estudiar medicina a César David, con la noble intención de ayudar a quienes más lo necesiten y no tenga recursos para pagar un buen doctor. Ésa ha sido, tal vez su mejor influencia de vida. Y seguramente la pasión por llegar a esa meta, a ser médico cirujano es lo que lo mueve internamente, no importándole que tenga que limpiar parabrisas para cumplir su sueño. Esto es el mejor ejemplo de querer es poder.
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