Rogelia López Ocampo
En los últimos años, mi esposo y yo habíamos compartido con nuestra hija Eva, el cariño de dos perritas de raza pequeña: Pecas, quien ya era muy viejita y con una historia también derivada de ser de la calle y que tuvo varios humanos, siendo nosotros los últimos; y Quiahui, recogida por nuestras hijas Ingrid y Eva en Quiahuixtlán. Ella fue una perrita ratonera que llegó invadida por Demodex (un ácaro comensal y específico de la piel de los perros) que más bien parecía tlacuache de lo mal que se veía.
Ambas murieron una tras otra y así quedamos desolados y con la inminente mudanza a otro domicilio.
Un domingo 10 de julio del 2016, llegó Eva con una perrita de aspecto enfermo (la seleccionó de entre otros sanos y bonitos, porque aquéllos tendrían más chance de ser adoptados) a la cual le quiso dar la oportunidad de tener un hogar con nosotros.
La historia que le contó su amiga Jessy (animalista que la recogió de la calle) fue la siguiente: La encontró vagando en la calle, prácticamente arrastraba un tumor venéreo transmisible y cojeaba de la pata posterior derecha por una fractura ocasionada por algún vehículo. Al llevarla al veterinario, le diagnosticó además cáncer en dos glándulas mamarias, por lo que le administró quimioterapia para el tumor venéreo y cirugía de las mamas; la fractura ya no se pudo corregir por su antigüedad.
Presentó los efectos propios de la quimioterapia: pérdida de peso, caída del pelo , náuseas, vómito y una gastritis que hasta la fecha padece. De la cirugía se recuperó muy bien.
Claro que cuando supe toda la historia, me identifiqué con ella (yo misma he tenido cáncer en ambas mamas) y de inmediato la adoptamos.
El primer día no sabíamos dónde poner su camita, y decidimos que en un espacio justo en nuestra recámara, quedaría bien… cosa que ella agradeció portándose bien desde entonces durante toda la noche , hasta que escucha la frase “Vamos a comer”.
Las palabras más importantes y que reconoce son: comer, pelota, papi, mami, Evita, ven, vámonos, pipí y popó.
Su nombre original era Nati, pero a nosotros no nos decía nada, por lo que nos pusimos a pensar en otro adecuado que terminar en “ti” y fuera de solo dos sílabas, así a Herbert mi esposo se le ocurrió el nombre INTI, que en lengua quechua quiere decir “SOL” . Y sí, Inti ha sido como el sol que ha venido a alumbrar nuestra vida.
Es una gran compañía, cuida la casa. Juega muy bien a la pelota: siendo excelente portera y también como defensa, ya que defiende su pelota con dientes y garras.
Le gusta salir a pasear y como todo perro pequeño, tiene complejos de superioridad, ladrando y poniéndose al tú por tú con perros de gran tamaño.
Por el ruido que provocan, odia los motores de los “vochos” y de las motocicletas, no soporta las mochilas sobre ruedas, seguro las atacaría si no la lleváramos con su pechera; a propósito de pechera, se alegra cuando ve que la agarramos, porque significa que vamos a salir, pero en realidad no le agrada que la restrinjan y da lata para dejársela poner.
Pensamos que le hemos compensado un poco de lo que ha sufrido en su vida… lo único que esperamos es que no guarde en su memoria esos terribles días que habrá tenido con maltratos y de andar en la calle arrastrando un tumor vaginal gigante y una pierna rota.
Cuando las personas la ven en la calle sana y juguetona, nos preguntan su raza y dónde la compramos. Les contestamos que es mezcla de razas, recogida de la calle y que se pueden conseguir en albergues para adopción, que los animalitos no se compran, se adoptan y se mantienen protegidos y amados hasta el final. No importa las enfermedades que tengan en el transcurso de su vida , debemos hacernos responsables de ellos y quererlos como un miembro más de la familia y en este caso como MASCOTA DEL GRUPO JUVECAN COATEPEC.
( Juntas venciendo al cáncer)
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