Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
Hace unos días, en Berlín, Alemania, la mexicana Verónica Ruiz corrió en maratón donde participaron 40 mil personas de 120 países. El asunto en realidad no es del otro mundo, pero lo que quiero destacar es que se trata de una mujer especial, ya que Verónica Ruiz padece la enfermad de Huntington, que dicen afecta por igual a hombres y mujeres, y cada hijo del enfermo tiene 50 por ciento de posibilidades de heredarla. Según estudios, en México se calcula que lo sufren 12 mil personas y que hay 36 mil en riesgo de adquirirla por herencia, cifra que crece exponencialmente. Ay, güey…
Dicen que es una enfermedad neuro-degenerativa, que provoca el deterioro y muerte de las neuronas cerebrales y el deterioro emocional, intelectual y físico. Además, es progresiva y no existe una cura. (Notimex, 30 de septiembre de 2012).
El asunto es que, como otras personas que se unen a atletas profesionales para dar a conocer su causa, Verónica decidió unirse al evento deportivo. Optimista, con una sonrisa contagiosa, dijo en una entrevista: “Voy por la vida celebrando la vida, porque el mismo milagro de despertar cada día es todo un logro”. Quihubo, mis fans pesimistas.
Verónica sigue difundiendo esta enfermedad que a nadie le asusta y le hace caso, “la gente piensa que no la tiene, no hay conciencia de que si no hay cura, la mejor solución es detenerla no teniendo hijos”.
Vero dijo bien que el diagnóstico de esta enfermedad no es destino. ¡Sopas! ¿Acaso no debe ser así en cualquier diagnóstico de enfermedad? Actitud, sobre todo. Y Vero concluye: “La vida está llena de milagros y magia. Dios me ha puesto en un lugar especial donde los milagros se materializan ante mis ojos, y lo único que me importa es el olor, el sabor, el color, la textura y las formas”. ¡Qué ánimos de vivir segundo a segundo!
En fin. Ojalá tomemos conciencia. Pero no nos pongamos tristes, carajos; como les decía, la vida es bella. Y no hay mejor manera de contrarrestar una enfermedad que reír, dicen. Así que les pregunto, mis fans queridas y queridos, ¿en qué se parecen las hemorroides y los duendes? En que los dos están en-anos.
Y mientras en nuestra Xalapa limpia -¿en serio?-, libre de contaminación -¿a poco?-; vaya, en nuestra ciudad de las flores -¡órales!-, de puentes teiboleros y calles de baches transparentes -por haber muchos y ni nos damos cuenta cuando ya estamos en el hoyo; mientras, digo, seguimos mentándonos la madre por el pinche tráfico vehicular que nuestras autoridades no logran siquiera dimensionar, pos al cabo y qué, al diablo con eso que dijeron que dizque no se darían privilegios a los funcionarios del gobierno y habría cero tolerancia en las calles de la capital del estado a todo aquél que no respete el reglamento de Tránsito y se estacione en lugar prohibido. Sí chucha…
En fin, que mejor aquí le paro con este pinche desmadre de tanto pinche automóvil y tanta pinche gente, falto de cultura vial, porque no vaya a ser la de malas y me enferme de puro pinche coraje… Así que mejor les cuento que en un consultorio, el paciente le muestra a su médico los resultados de sus análisis. El médico los analiza con cara de preocupación y le dice al paciente:
-Vamos a tener que mandarle a hacer una plaquita…
-¿De tórax, Doctor?
– No… de mármol.
Por lo pronto, ahí se ven.
Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx
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