Roberto Morales Ayala
Zona Franca
La disposición del alcalde de Coatzacoalcos, Marcos Theurel Cotero, se realizó antier miércoles, paralela a la publicación de la primera parte de esta columna, en la que anotamos que la raíz del problema es la nula aplicación de las leyes que prohíben —no regulan, ni toleran— el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública.
Ajeno a la seguridad que demanda su pueblo, Theurel Cotero prefiere simular con restricciones vaciladoras, cuando su obligación, simple y sencillamente, es cumplir y hacer cumplir las leyes.
Ese es el meollo del problema. Cuando se esperaba que el alcalde tomara de frente al toro, prefiere capotearlo, clavarle un par de banderillas pero no asestarle la estocada final. El toro, pues, sigue bravo y encendido.
Theurel deja intacta la raíz de conflicto: la aplicación del Bando de Policía, que restringe y prohíbe el consumo de alcohol en la vía pública, cuya máxima expresión es el malecón de Coatzacoalcos, con sus muertos y heridos, accidentes y percances, solapados e incluso provocados por la pasividad de la autoridad.
Este miércoles 24, en un evento público en el que ni estuvieron todos los que son, ni son todos los que estuvieron, Theurel anunció la modificación de horarios para quienes acuden al malecón costero, pero nada dijo de sancionar a quienes consuman bebidas embriagantes en la vía pública.
De entrada, la reunión fue un fiasco. Pese a que el propio Theurel anunciaba un día antes la presencia del secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita, y del titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Jorge Uscanga Escobar, nunca llegaron. Le fallaron las estrellas y tuvo que conformarse con ser el anfitrión de funcionarios de segundo nivel, a excepción de los jefes militares y navales, que siempre asumen con seriedad su papel.
Theurel quiso cobrarse la afrenta que le propinaron los empresarios de Coatzacoalcos, a los que pública y en privado, ha venido agraviando por no prestarse a sus juegos políticos y ser voces discordantes en el contexto de la economía y el desarrollo municipal.
Cuando Bermúdez Zurita y el secretario de Gobierno de Veracruz, Gerardo Buganza Salmerón, tuvieron un cónclave a puerta cerrada con los empresarios de Coatzacoalcos y el diputado federal Joaquín Caballero Rosiñol, el 5 de octubre, en el hotel Terranova, Theurel fue excluido de ese encuentro. Por más que enviaba mensajes vía celular a ambos funcionarios, ni quién lo pelara. Despotricó, profirió maldiciones, mentó madres, pero no pudo abrir el candado y ser integrado a la reunión. Anidó en él el espíritu de venganza.
La oportunidad sería este miércoles, durante la instalación de los consejos municipales de Seguridad Pública, en la región sur. Al margen de las condiciones de seguridad que deben garantizarse para la ciudadanía, al alcalde Theurel lo movió darle una respuesta a los empresarios incómodos, a quienes esta vez él excluyó del encuentro con el secretario de Seguridad Pública.
Pero Bermúdez Zurita le volvió a fallar. No acudió y el evento se redujo a un resumen de acciones y quejas de alcaldes de la región sobre lo que han logrado o no, en materia de seguridad pública.
Theurel, acuerpado por cientos de acarreados que atestaban la sala de cabildo del ayuntamiento, presumía la compra de equipamiento para la policía, la donación de una unidad móvil a la Marina para vigilar la playa, la activación y construcción de casetas de policía, la integración del consejo de migración y la autorización del reglamento para estacionamientos, que incluye la colocación de cámaras de vigilancia.
Otros alcaldes formularon el recuento de sus logros, y también de sus carencias. Se les escuchaba como aquel que rinde un informe de labores adelantado, provocando el fastidio de los asistentes. Todos coincidieron en la falta de policías para brindar un mejor servicio a la ciudadanía.
La reunión del miércoles 24 fue, a decir verdad, un parto de los montes. Mucho ruido, grandes expectativas, y resultados exiguos. Theurel, cuestionado sobre el elevado índice de accidentes en el malecón costero, casi motivados por la ingesta de alcohol, la velocidad inmoderada con que suelen conducir sus autos, los arrancones entre juniors y la falta de vigilancia por parte de la policía y Tránsito, tomó la salida equivocada y, sobre todo, irresponsable.
Dijo, por ejemplo, que a partir de ayer jueves se restringen los horarios de quienes acuden al malecón costero y de aquellos negocios que expenden bebidas embriagantes.
Serán retirados a las 2 de la mañana todos los ciudadanos que se hallen en el malecón costero y se suspenderá la venta de alcohol a partir de las 3:00 horas.
Ayer mismo, la directora de ingresos del ayuntamiento de Coatzacoalcos, Carolina Gracia Castellanos, abundó en los horarios para el comercio relacionado con la venta de alcohol, 3 mil 127 negocios dedicados a ese giro.
Los depósitos de cerveza y licor tendrán que suspender la venta a las 10 de la noche, al igual que los supermercados, tiendas de abarrotes, centros comerciales y vinaterías. Los bares, cantinas, cervecerías y similares podrán operar hasta las 11 de la noche, mientras las coctelerías y loncherías hasta las 10:00 horas.
Restaurantes de bebidas alcohólicas y con servicio de bar podrán cerrar hasta las 24:00 horas; los de calidad turística, hasta las 2 de la mañana, y los cabarets, centros nocturnos, video bares y discotecas, comúnmente llamados antros, hasta las 3 y media de la mañana.
No acatar esas medidas dictadas por la autoridad, podría acarrear multas que irían de 10 a 500 salarios mínimos o la clausura total del negocio. Para su cumplimiento, se realizarán operativos con funcionarios y policía intermunicipal, Tránsito del Estado, Ejército y Marina.
El punto es que Theurel soslaya el aspecto central del problema de seguridad en el malecón: la ingesta de bebidas en la vía pública. Contra lo que es su obligación, desacata el Bando de Policía, que impide que el ciudadano consuma licor, cerveza o cualquier otra bebida a base de alcohol en los espacios públicos.
Restringir los horarios para la venta de cerveza, es un maquillaje mal aplicado. Equivale a que los consumidores de alcohol, principalmente los jóvenes asiduos al malecón, realicen compras de pánico y se abastezcan de suficientes botellas para satisfacer su demanda de bebidas embriagantes, y eso no ataca el problema sino que lo fomenta e incluso lo estimula.
Theurel se volvió a equivocar. La solución a tanto accidente en el malecón costero de Coatzacoalcos, radica en dos factores: impedir el consumo de alcohol en la vía pública, y aplicar las leyes. Eso es todo. Lo demás es demagogia y engaño.
El problema no radica en la venta de cerveza y licor. El problema es ingerirlo en espacios no permitidos, como es “La barra más grande de Latinoamérica”. Mientras las autoridades, en este caso el alcalde Marcos Theurel, no respeten la leyes y las hagan respetar, seguirán ocurriendo accidentes, pérdida de vidas, luto y dolor; seguirán habiendo cruces en el malecón.
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)
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