El abogado del Chapo asegura que éste dio dinero al expresidente Felipe Calderón Hinojosa y al aún primer mandatario Enrique Peña Nieto. El panista responde que son falsas y temerarias las afirmaciones del abogado. Por su parte, el priísta consideró lo dicho como parte de un mecanismo de defensa que tienen los abogados del Chapo: “me parece lo más absurdo y casi de risa”. Sin embargo, los comentarios que oigo y leo al respecto es que el dicho del narcotraficante no tiene lugar a duda.
A unos amigos les hago una pregunta sencilla:
¿A quién creerle?
¿Al Chapo?
¿A Calderón?
¿O a Peña Nieto?
La respuesta es invariable: ¡Al Chapo!
II
Creo que en su momento, Andrés Manuel López Obrador puede darle a la figura del presidente ese valor agregado que implica ser tal. Hasta ahora, sus seguidores y quienes votaron por él, están felices de tenerlo como Electo, aunque también hay que decirlo, su actuación como tal no tiene a muchos contentos porque raya en “el atole con el dedo” que quizás los amloístas asuman con beneplácito y es normal, por ser parte del proceso de alcanzar el poder… se regocijan como el pambolero después del triunfo contra el América.
Hay que decirlo… la figura del presidente, como la del diputado y alcalde, ha perdido respeto. También hay que decirlo… ¡no es nada nuevo!
Las críticas hacia el presidente, para no irnos lejos, van desde aquellos “Ali Babá y sus 40 ladrones” como alguna vez llamaron al gobierno de Miguel Alemán Valdés; al “Perro de la Colina” de López Portillo; y quizás empeoró con Vicente Fox y Calderón con sus caricaturas para rematar ahora con Peña Nieto y sus memes… ¡Ya no hay respeto al presidente! Aunque también hay que decirlo, a veces, más que respeto, se le tenía miedo.
III
Mucho se ha hablado de esa admiración que se le tiene al narco… ¡tampoco es nuevo! Baste recordar a Caro Quintero, cuyas leyendas, muchas se tejieron en torno a los beneficios que llevó a los pueblos donde producía su material. Los corridos, las series, los artículos, pero sobre todo el poder en una sociedad con urgente necesidad de “salir de pobres”, llevó a buscar un estatus a costa de lo que sea, tanto en mujeres, varones ¡y hasta en adolescentes y niños!
El Chapo es una figura admirada como en su momento lo fue Alfredo Ríos Galeana… les digo… ¡no es nuevo esto!
En los 80, este asaltante de bancos, secuestrador y homicida además de cantante, se fugó tres veces de tres prisiones distintas… ¿y qué creen? ¡Que esto tampoco era nuevo! Ahí está el caso del homicida David Kaplan, quien se fuga en un helicóptero de Santa Martha Acatitla: la fuga del siglo… o qué decir de Chucho El Roto y San Juan de Ulúa…
La admiración por los infractores de la Ley hace que se les dé un valor agregado a su palabra por encima de las instituciones, como lo es un Presidente.
IV
A unos amigos les hago una pregunta sencilla:
¿A quién creerle?
¿Al Chapo?
¿A Calderón?
¿O a Peña Nieto?
La respuesta es invariable: ¡Al Chapo!
Les respondo que están equivocados… si hay una persona a quien creerle, es a Felipe Calderón Hinojosa. No tanto por ser el Presidente de México que en un momento determinado declaró la guerra con el mismísimo ejército al narcotráfico, sino por una razón simple, aplicando un refrán popular, que llevado al amloísmo doctrinario que se practica en estos momentos en México, se resume así: el pueblo sabio no se equivoca cuando dice que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, ergo, hay que creerle a Calderón.
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