Roberto Morales Ayala
Zona Franca
Entregar un Doctorado Honoris Causa de la universidad patito de Veracruz creada por Javier Duarte a una comunicadora desprestigiada como Adela Micha, fue una parodia semejante a la entrega de la Frambuesa de Oro que se hace en Hollywood para destacar a lo peor del cine.
Semejante disparate que insulta a la inteligencia de los veracruzanos, sólo pudo ocurrírsele a quien mal gobierna el estado.
Bajo ese contexto, si hay un responsable de los huevazos lanzados a la comunicadora de Televisa, Adela Micha, es el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, bajo cuyo gobierno se vive un cotidiano clima de corrupción, terror y represión en contra de ciudadanos y periodistas críticos.
La reacción de los jovencitos —estudiantes de la UV— pertenecientes al Movimiento #yosoy132 no debe justificarse pero sí puede comprenderse en el contexto de una realidad que lacera a miles de veracruzanos y que es ajena a la propaganda que con recursos millonarios son pagados a medios de comunicación acríticos y parciales.
Lo ocurrido el sábado 29, en el Congreso de Veracruz, puede resumirse en la crónica de una tragicomedia en dos vertientes y un final nada feliz.
Javier Duarte es un gobernador que a 21 meses de gobierno no ha tenido la capacidad de recomponer su imagen.
Adela Micha es una periodista frívola, que sirve a las peores causas, entre ellas la de Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial del PRI y de Televisa, y que se alquila impartiendo conferencias al gusto de quien las paga, y sin son políticos, qué mejor.
Juntos, Duarte y Adela, hacen una mezcla explosiva, como explosivo terminó siendo su doctorado Honoris Causa.
Poco después del mediodía de este sábado, Adela Micha, alumna aventajada y mejor remunerada de Televisa, recibía de manos del secretario de Gobierno de Veracruz, Gerardo Buganza Salmerón, el doctorado Honoris Causa que le otorgaba la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, siendo testigo el rector Guillermo Zúñiga Martínez, y la vocera del gobierno estatal, Gina Domínguez Colío.
No bien iniciaba la sesión de preguntas y respuestas con los asistentes —estudiantes de comunicación, principalmente—, volaron dos huevos, lanzados desde el interior mismo del salón y concretamente por las manos de dos integrantes del Movimiento #YoSoy132.
Adela Micha vio llegar el primer huevazo, que pasó a corta distancia y que ella, experta en sacarle al bulto, logró esquivar. El segundo dio en el blanco, en el hombro de la comunicadora peñista, pero con tan buena fortuna para ella que no reventó.
Los dos agresores huyeron. Saltaron una barda y abordaron un autobús, aunque fueron interceptados, detenidos y remitidos al cuartel de San José, sede de la policía intermunicipal de Xalapa. Después se supo que se trataba de Jorge Solano San Gabriel, de 21 años y Daniel Fernández Calderón, de 22 años, estudiantes de ingeniería ambiental en la Universidad Veracruzana.
Adela Micha, con tablas y con humor, que es lo suyo, no el periodismo serio, diría que están muy caros los huevos para andarlos arrojando. Hizo reír a un auditorio que está acostumbrado a verla trivializar, con sus carcajadas contagiosas, que obviamente nada tienen que ver con ser buena periodista.
Horas después, el tuiter, escribió: “Gracias a todos en Veracruz ¡Estuvo de Huevos!!! (sic)”.
El gobierno de Veracruz, como era de esperarse, condenó la hueviza a Adela Micha. La coordinadora de Comunicación Social, Gina Domínguez Colío, llegó a catalogarla como una “periodista excepcional”, “conocida por todos”, “sumamente crítica” y que ha contribuido a hacer “un nuevo tipo de periodismo”.
Uno de sus seguidores en tuiter, escribió: “Ellos no son nada, ánimo Adela, tú vales”.
Y claro que vale, o mejor dicho se que cotiza en grande. De Adela Micha se sabe, por decir lo menos, grave, que lucra con su imagen televisiva; que se alquila para impartir conferencias de poca profundidad; y que baila al son que le toquen quienes la contratan.
Proceso, la revista que le tiene puesta la puntería a la familia política, logró documentar que la periodista de Televisa cobró por una conferencia 350 mil pesos, en Valle de Chalco, uno de los municipios con mayor pobreza del Estado de México.
“Adela Micha, la titular del noticiario o Las Noticias por Adela que se trasmite de lunes a viernes a las ocho de la noche por canal 9, devengó, por ejemplo, 350 mil pesos en marzo de 2012 por impartir una conferencia de una hora de duración en Valle de Chalco”, escribió el reportero Jenaro Villamil, de Proceso.
Esto ocurrió en marzo de 2012. Mediante el contrato GIS-AD-01-2012, Adela Micha cobró 350 mil pesos, por impartir la conferencia Logros y Retos de la Mujer. A lo largo de una hora habló de los logros de las mujeres en las esferas sociales, académica, profesional y económica, sin dejar de señala que falta hacer visibles las aportaciones y necesidades femeninas para superar carencias y exigencias del sector mayoritario de la población.
No habló, obvio, de los políticos machistas del estado de México que embarazan empleadas y luego no reconocen a sus hijos ni les procuran alimento o estudios, después son candidatos presidenciales y luego llegan a Los Pinos. No, de eso no habló. Tampoco de la corrupción que limita espacios para las mujeres, y sobre todo, para las mujeres en zonas de pobreza.
Otra vertiente del tema la protagoniza Javier Duarte de Ochoa. Resume su afán enfermizo por recomponer su imagen, desteñida desde la campaña a la gubernatura, en 2010, cuando sólo se le veía como un títere del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, y después cometiendo decenas de errores a lo largo de su gobierno hasta generar el estancamiento en que se encuentra Veracruz.
Duarte recurre a periodistas sin peso en la opinión pública para matizar, suavizar o revertir las críticas que se ha ganado por su falta de consistencia para gobernar. Auspicia foros de periodismo, financia viajes al extranjero a reporteros que supuestamente participan en coloquios de comunicación, aunque sin fines prácticos para los medios en que escriben.
La millonada que se gasta el gobernador Javier Duarte, que es dinero del pueblo, no de su bolsillo, no ha tenido efectos positivos en su recomposición pública. Se le sigue viendo como un improvisado, falto de capacidad política, insensible y cuyo único concepto del manejo mediático es dar publicidad para amordazar.
Uno de sus peores momentos ocurrió con el asesinato de Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso, el 28 de abril pasado. Cuando se supo que llegarían a Xalapa los directivos de Proceso, encabezados por su propietario, Julio Scherer García, Duarte de Ochoa pretendió atenuar la paliza que veía venir. Ofreció llegar “hasta las últimas consecuencias” y se deshizo en compromisos de justicia.
“No le creemos”, respondió Julio Scherer. Y a cinco meses de distancia, ni el gobierno de Javier Duarte ha resuelto el caso Regina Martínez, ni se ha podido quitar el estigma, bien reseñado por Scherer: “No le creemos”.
Traer periodistas desprestigiados como Adela Micha y otorgarle un doctorado Honoris Causa de una universidad patito, como es la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, lo único que podía provocar era el desastre.
Lo que faltaba lo hicieron los jóvenes antipeñistas que arrojaron los huevos sobre Adela Micha. Pero el responsable de semejante desaguisado por no haber previsto las consecuencias, fue Javier Duarte de Ochoa.
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