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    Emilio Cárdenas Escobosa
    De interés público

    ¿Cree usted que con la reforma laboral que aprobaron los diputados del Congreso de la Unión nuestro país se convertirá en un modelo de productividad y eficiencia en el trabajo; oconsidera, como opina la mayoría de personas, que con esa nueva legislación México se convertirá en el paraíso de los empresarios y el modelo idílico de la clase patronal y de la derecha más recalcitrante? Si usted es de los que responde afirmativamente a la primerapregunta seguramente es diputado federal, trabaja o está en vías de hacerlo en el gobierno federal, es empresario o solo se informa por Televisa o TV Azteca. Y si lo hacepositivamente a la segunda pregunta, que es lo más sensato, lo tildarán de ser medio izquierdoso, asesor de líderes sindicales, admirador de Carmen Aristegui, lector de La Jornada y Proceso o, rebelde al fin, candidato algún día a los gases lacrimógenos.Más allá de visiones maniqueas, es evidente que la iniciativa del presidente Felipe Calderón, defendida ardorosamente por los organismos empresariales y por los legisladores del PRI, PAN y PVEM, ha concitado el rechazo por varios de sus contenidos,destacadamente aquellos que atentan contra el empleo seguro para reducir salarios y que legalizan las subcontrataciones, el pago por hora, los contratos de prueba, entre otras modalidades, que dan manga ancha a los empleadores a evadir el pago de prestaciones.
    Es el sueño patronal hecho realidad en nuestro país y es una reforma a la que por la presión de los sindicatos corporativos afines al PRI y a la izquierda le limaron los dientes y evitaron que se regulara o se buscara democratizar los métodos de elección de las dirigencias sindicales.
    Finalmente, luego de semanas de un intenso debate público, de movilizaciones de organizaciones gremiales, de marchas, plantones, bloqueos y tomas de tribuna en la Cámara de Diputados, con 351 votos a favor de priistas, panistas y verdes, se aprobó en lo general el dictamen, con el voto en contra de 130 legisladores del PRD, PT y Movimiento Ciudadano y la abstención de los diez legisladores del Partido Nueva Alianza. “¡Somos amigos de los trabajadores, respetuosos de nuestros sindicatos! Se trata de una reforma de avanzada”, clamaron priistas tras la aprobación del dictamen, mientras los panistas celebraban.

    No obstante el júbi esas bancadas, o justamente por ello, diversos especialistasadvierten que se trata de una reforma que cambia el fondo y la esencia de la ley laboral que en adelante dejará de ser tutelar del trabajo para ser tutelar del capital. Cosas y prioridades del neoliberalismo.

    En un excelente análisis que publica el portal Vanguardia de la autoría de Óscar Alzaga titulado “Reforma laboral, retrógrada y ultra patronal» se pasa revista a los aspectos más relevantes de la iniciativa que atentan contra la Constitución y son violatorios de los tratados internacionales suscritos por México en materia de trabajo. Vale la pena recuperar algunos tópicos que desarrolla ese extenso trabajo periodístico.


    Todas las reformas laborales de este tipo -realizadas en Latinoamérica y España a partir de los años noventa- han generado empleo precario, eventual y por horas; y peor aún, desempleo y subempleo, con las subsecuentes pobreza, emigración y delincuencia.


    Se trata de una iniciativa que hace retroceder los derechos laborales –por tanto, a los derechos humanos- a los tiempos remotos del orden porfirista. El empleo no se ve como un derecho humano, social y cuya responsabilidad principal es del Estado, como lo establece la Constitución, sino como una variable económica neoliberal: una mercancía.


    El proyecto avalado mantiene en su articulado disposiciones en materia de transparencia sindical, pero sin considerar las auditorías externas ni los mecanismos de rendición de cuentas propuestos originalmente por el Ejecutivo federal.


    Establece la regulación del régimen de subcontratación u outsourcing, obligando a las empresas a garantizar la seguridad social y las prestaciones de los trabajadores contratados bajo ese esquema.


    Prevé igualmente el pago por hora, que fragmenta el salario y representa un “atraco” a los trabajadores, aunque para los legisladores del PRI y el PAN segarantiza al menos un salario mínimo completo por jornada laboral, así sea de una o dos horas.


    Considera también las nuevas modalidades de contratación a prueba y de capacitación inicial, con flexibilidad para el despido de personal, sin responsabilidades para el patrón.


    El proyecto aprobado servirá para exportar mano de obra barata mexicana a Estados Unidos. En los artículos 28-A y 28-B se propone convertir al gobierno en “pollero” y empleador outsourcing con la tarea de reclutar y seleccionar trabajadores para emplearlos en el extranjero, con duración determinada (eventual y por horas). Los “polleros” se convertirían en agencias de colocación, debidamente registradas, para la misma labor: reclutar y seleccionar trabajadores para laborar en el extranjero con duración determinada, obligados a regresar a México al terminar.


    Esto permite al gobierno no asumir su responsabilidad prevista en los artículos 1, 5, 25, 26, 27, 28 y 123 de la Constitución: de planificar y dirigir la economía para crear empleos dignos con derechos humanos. Deja esas obligaciones a los gobiernos extranjeros que den empleo a los mexicanos y agradece a las libres fuerzas del mercado internacional que nos den trabajo.


    En cuanto al derecho a huelga, la reforma ahora permitirá que si un sindicato no precisa las violaciones cometidas por la empresa al contrato colectivo de trabajo, lo mismo que si no precisa las formas de reparar las violaciones, se negará el trámite del emplazamiento a huelga por violaciones al contrato colectivo, y quien decidirá si se precisan o no será la autoridad. El derecho de huelga deja de ser un derecho de los trabajadores para ser un derecho de la autoridad.

    Hasta ahí, a manera de ejemplo, algunos de los temas que analiza el trabajo de Alzaga.

    Con todo, quedan algunas cuestiones de fondo en la reforma aprobada. Su aval por el Congreso es, al final de cuentas, la concreción de una de las ofertas no del presidente electo Enrique Peña Nieto sino del que se va en poco más de 60 días, Felipe Calderón.

    Lo curioso es que el mexiquense haya quedado en medio de un tema que no era precisamente una de sus prioridades de campaña y que lo confronta con amplios sectores sociales, reabre discusiones que amainaban sobre el significado del regreso del PRI al Poder Ejecutivo Federal y que sirvió para reagrupar a las corrientes de izquierda que se disgregaban luego del anuncio de López Obrador de su salida del PRD y de la formación de Morena, su partido político.

    Al final Peña Nieto quedó en medio de este tema, en lo que representó, sin más, una manzana envenenada que le obsequió Calderón.

    Quizá esto sea de parte de los acuerdos cupulares que favorecieron su victoria y el fallo del Tribunal Electoral, del abandono a su suerte de Josefina Vázquez Mota por parte del mandatario federal y de la contención de la protesta poselectoral. Como haya sido, lo cierto es que al priista y ya próximo presidente de la nación, esta nueva ley laboral le abolla la corona y lo coloca en una situación compleja antes de que inicie su gestión. ¿Lo habrán valorado debidamente o será ésta la primera de muchas reformas que profundizarán la visión neoliberal? Pronto lo sabremos, aunque debamos recordar que el horno no está precisamente para bollos.

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