Claudia Constantino
Las Crónicas Ultramarinas
“Estómago hambriento
no escucha razones”.
De los poco mas de 112 millones de mexicanos que somos en todo el país, más de la mitad viven en pobreza y 25 millones de compatriotas viven en pobreza extrema, a lo que los gobiernos neoliberales a nivel mundial, y el de Felipe Calderón en particular junto con los empresarios “dueños de México”, hicieron bien poco para remediarlo y por eso la clase más necesitada se está muriendo de hambre.
Aunque el gobierno de Felipe Calderón, en algún punto de su mandato vio el riesgo de una revuelta social, ante la insuficiencia alimentaría a la alza, decidió responder con subsidios, o apoyos, es decir otorgando dinero a los que menos tienen a través de su programa “Vivir Mejor” y sus derivaciones, es decir, con una política eminentemente populista, y sin darse cuenta que recurrir al populismo, poco ayudaba a resolver los enormes problemas de México. Al no haber generación de empleos, México se colocó junto a países de los considerados verdaderamente subdesarrollados como Ecuador, Nicaragua y Haití solo por citar algunos de los más pobres, estos países junto con el nuestro, son los que menos han crecido en el mundo. Así entonces, al no crearse las condiciones para un desarrollo económico, cultural y social, no sorprende lo que sucede diariamente en la frontera norte, pues millones de mexicanos buscan “Vivir Mejor” fuera del país, estrellándose contra el recrudecimiento de los métodos para repeler esta migración por parte del vecino del norte.
El 2008 se distinguió en la historia reciente de la humanidad como el año mundial de la crisis alimentaría; ese macro fenómeno de la escalada de precios y de la escasez de alimentos mundial que afectó a todos los países del orbe, el trigo incrementó su valor en un 100%, mientras que el arroz en un 141%, provocando la hambruna que viven los países más pobres del mundo.
La principal causa de ese fenómeno fue el petróleo, pues la escasez alimentaría fue atribuida a las alzas desproporcionadas e injustificadas del precio del petróleo, lo que propició una especulación en todos los niveles y de todos los productos, sobre todo de los alimentos, y todo por el afán de lucro de las compañías petroleras que llevaron el precio del barril a rebasar en ese año con mucho, los 100 dólares detonando alzas en el costo de fertilizantes y de toda la cadena productiva alimentaria. Además Estados Unidos multiplicó el uso del maíz, para ¡producir etanol! (combustible sustituto del petróleo), propiciando la escasez y el alto costo del maíz a nivel mundial.
En México, por tener petróleo, los embates de esta escasez se pudieron mitigar, sin embargo, para los más pobres la crisis alimentaria se tradujo en falta de alimentos a los que solían tener acceso por los precios inalcanzables a los que llegaron. La falta de una sólida política de inversión en la producción y conservación de alimentos no hay petróleo que la pueda contrarrestar y por eso la grave debilidad en la autonomía alimentaria de México se hizo más evidente. Con una política de inversión en investigación y apoyos al campo mexicano tan precaria, no hay manera de tomar el asunto de la autosuficiencia alimentaria como un proyecto factible.
Con tan bajos niveles de producción, falta de personal capacitado, falta de empleos y por consecuencia carencia de recursos económicos para adquirir los alimentos básicos, los mexicanos estamos a merced de intereses mercantiles extranjeros y sometidos a la política económica internacional. Si no se mejora la productividad y cambia el hecho de que los agricultores y ejidatarios apenas subsisten con sus cosechas anuales, además de que los bajos precios de sus productos en el mercado también los desmoralizan y obligan a abandonar sus tierras, lo que vivimos es solo el comienzo de la insuficiencia alimentaria a la que llegaremos.
En respuesta, el gobierno federal envía boletines de prensa “tranquilizadores” asegurando que con la libre importación de huevo, quedará resuelto el fenómeno especulatorio que duplicó su precio en los últimos días. Advierte que “no será permanente el incremento al precio del pan”, que el azúcar detendrá su escalada de precio, que los gasolinazos son mal necesario, que el arroz, el frijol y el resto de los alimentos que componen la canasta básica dejarán de elevarse hasta volverse inalcanzables para millones de mexicanos.
Lo que aún no han difundido es ¿Cómo se lograra esto? ¿Cómo alimentaremos a los millones en pobreza extrema? ¿Cómo generaremos más empleos en vez de limitarnos a nombrar a las administraciones federales como “el presidente del empleo” mientras miles sufren pobreza alimentaria? ¿Cómo cambiaremos la dieta de quelites y agua a diario de miles en las zonas rurales? Muchas preguntas y pocas respuestas. Me comprometo a buscarlas y le seguiré informando. Millones de estómagos vacíos, niños en desnutrición, pobreza, abandono. Hoy, aquí, en este México nuestro.
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