Salvador Muñoz
Los Políticos
Alguna vez Ale, mi dentista, me platicó del experimento que en la facultad de Odontología hicieron: Depositaron en un frasco con cocacola, un diente. Pasados varios días, la pieza salió y el maestro la tomó en sus dedos y empezó a friccionarla… el diente empezó a deshacerse.
Sí, tras haber escuchado esa historia, mis hábitos alimenticios trataron de cambiar… exactamente: puse “trataron”.
Evito al máximo tomar refresco de cola aunque parece la lucha de un alcóholico evitando la copa de licor… puede pasar una o dos semanas, pero de repente empieza un gusanito en mi interior a reclamar una bola de nieve de limón en un vaso con refresco de cola… y crea que si no hay en ese momento nieve en su casa, la libré… pero si el congelador mantiene un botecito, no resisto la tentación de preparar esa bebida que llaman “Submarino”, sí, porque en su casa es seguro que siempre haya un refresco de cocacola.
Mi lucha continúa… eso sí, ya eliminé desde hace muchos años la Catsup, la hamburguesa de MacDonalds, el pollo del KFC pero es imposible a veces resistirse a ese envase de vidrio o a la lata helada de la cocacola…
II
Por cierto, en Bolivia se hizo un revoltijo tras las declaraciones del canciller David Choquehuanca, quien al invitar al Solsticio de Verano, aseguran que dijo lo siguiente: “El 21 de diciembre de 2012 es el fin de egoísmo, de la división. El 21 diciembre tiene que ser el fin de la Coca Cola, y el comienzo del Mocochinche”…
Sus palabras fueron entendidas como que el Gobierno de Evo Morales expulsaba de Bolivia a la empresa mundial refresquera… la noticia en sí, tenía un sentido lógico más por el espíritu anticapitalista que se vive en esa región sudamericana y porque el payaso Ronald sólo es un recuerdo para los andinos.
Sí… desde el 2002, en Bolivia, no hay MacDonalds.
La empresa quebró con cinco años de estancia porque sencillamente (dicen, no me crea), no pudo competir con la rica gastronomía y sobre todo, el buen gusto de los bolivianos… razón por la cual, con este antecedente y con la mención del “Mocochinche” (bebida con sabor a durazno), las palabras del canciller Choquehuanca parecían ir en ese sentido…
Pero tal parece que no… la Cocacola seguirá en Bolivia.
III
Platicaba con el amigo Daniel, ese joven del que les conté, hace poco, su afición al arco, y me percaté de algo que teníamos en común… admiramos los textos sobre Conspiraciones…
Iluminati, rosacruces, annunakis, magnicidios, orden mundial y por supuesto, grandes empresas transnacionales en un solo sentido: dominar al mamífero homo sapiens (tema para otra columna… algún día).
Por ahí salió a relucir la Cocacola y ese raro hechizo que tiene en el consumidor en una mezcla de sabor y mercadotecnia… Uniformar bebidas y comidas para todos… el asunto es ¿con qué objetivo?
Viajas a cualquier punto del mundo y para no extrañar la comida ¡entras a un Dominós! ¡a un MacDonalds! ¡a un KFC! y acompañas tus “alimentos” con una buena dosis de Cocacola…
Si no tomáramos nuestros textos de Conspiración como lo que son, simples lecturas, el sentido nos llevaría a creer que buscan “envenenarnos” para eliminarnos a través de enfermedades como el cáncer (estoy super-exagerando)… pero siendo objetivos, no es más que el Capitalismo puro, en su mejor esencia, que nos domina y peor aún: nos educa.
IV
¿Usted toma coca? Es posible que sí… y el argumento más simple que puede dar para justificar su bebida es “por su sabor”… y quizás sea de los nostálgicos que extrañe el envase en vidrio y la defienda a capa y espada de la Pepsi y de cualquier otro refresco…
Vamos… también es más simple destapar un envase de coca que comprar limones y preparar limonada.
Al final, el “abrevar” la cocacola tiene una razón más simple: Libre albedrío. Pretextos, justificaciones, razonamientos o lo que usted quiera, salen sobrando.
Por mi parte, admiro a Bolivia porque sus tradiciones y gastronomía vencieron hace años a una empresa transnacional… admiro al chavo de esa tienda de la esquina que no es cualquier tienda, es un X-24 (junto con las Oxxo están tronando a las auténticas tienditas de la esquina), quien me dice ufano, cuando cobra mi Cocacola de tres litros para los chavos de la oficina: “Ya llevo tres años sin tomar cocacola”… espero un día, cuando me asome al refrigerador de la casa, apostar por el antojo de esa agua de jamaica que hace mi esposa y admirarme de pronto, porque dejé de tenerle ganas a un poco de nieve de limón con cocacola.
Sí, tras haber escuchado esa historia, mis hábitos alimenticios trataron de cambiar… exactamente: puse “trataron”.
Evito al máximo tomar refresco de cola aunque parece la lucha de un alcóholico evitando la copa de licor… puede pasar una o dos semanas, pero de repente empieza un gusanito en mi interior a reclamar una bola de nieve de limón en un vaso con refresco de cola… y crea que si no hay en ese momento nieve en su casa, la libré… pero si el congelador mantiene un botecito, no resisto la tentación de preparar esa bebida que llaman “Submarino”, sí, porque en su casa es seguro que siempre haya un refresco de cocacola.
Mi lucha continúa… eso sí, ya eliminé desde hace muchos años la Catsup, la hamburguesa de MacDonalds, el pollo del KFC pero es imposible a veces resistirse a ese envase de vidrio o a la lata helada de la cocacola…
II
Por cierto, en Bolivia se hizo un revoltijo tras las declaraciones del canciller David Choquehuanca, quien al invitar al Solsticio de Verano, aseguran que dijo lo siguiente: “El 21 de diciembre de 2012 es el fin de egoísmo, de la división. El 21 diciembre tiene que ser el fin de la Coca Cola, y el comienzo del Mocochinche”…
Sus palabras fueron entendidas como que el Gobierno de Evo Morales expulsaba de Bolivia a la empresa mundial refresquera… la noticia en sí, tenía un sentido lógico más por el espíritu anticapitalista que se vive en esa región sudamericana y porque el payaso Ronald sólo es un recuerdo para los andinos.
Sí… desde el 2002, en Bolivia, no hay MacDonalds.
La empresa quebró con cinco años de estancia porque sencillamente (dicen, no me crea), no pudo competir con la rica gastronomía y sobre todo, el buen gusto de los bolivianos… razón por la cual, con este antecedente y con la mención del “Mocochinche” (bebida con sabor a durazno), las palabras del canciller Choquehuanca parecían ir en ese sentido…
Pero tal parece que no… la Cocacola seguirá en Bolivia.
III
Platicaba con el amigo Daniel, ese joven del que les conté, hace poco, su afición al arco, y me percaté de algo que teníamos en común… admiramos los textos sobre Conspiraciones…
Iluminati, rosacruces, annunakis, magnicidios, orden mundial y por supuesto, grandes empresas transnacionales en un solo sentido: dominar al mamífero homo sapiens (tema para otra columna… algún día).
Por ahí salió a relucir la Cocacola y ese raro hechizo que tiene en el consumidor en una mezcla de sabor y mercadotecnia… Uniformar bebidas y comidas para todos… el asunto es ¿con qué objetivo?
Viajas a cualquier punto del mundo y para no extrañar la comida ¡entras a un Dominós! ¡a un MacDonalds! ¡a un KFC! y acompañas tus “alimentos” con una buena dosis de Cocacola…
Si no tomáramos nuestros textos de Conspiración como lo que son, simples lecturas, el sentido nos llevaría a creer que buscan “envenenarnos” para eliminarnos a través de enfermedades como el cáncer (estoy super-exagerando)… pero siendo objetivos, no es más que el Capitalismo puro, en su mejor esencia, que nos domina y peor aún: nos educa.
IV
¿Usted toma coca? Es posible que sí… y el argumento más simple que puede dar para justificar su bebida es “por su sabor”… y quizás sea de los nostálgicos que extrañe el envase en vidrio y la defienda a capa y espada de la Pepsi y de cualquier otro refresco…
Vamos… también es más simple destapar un envase de coca que comprar limones y preparar limonada.
Al final, el “abrevar” la cocacola tiene una razón más simple: Libre albedrío. Pretextos, justificaciones, razonamientos o lo que usted quiera, salen sobrando.
Por mi parte, admiro a Bolivia porque sus tradiciones y gastronomía vencieron hace años a una empresa transnacional… admiro al chavo de esa tienda de la esquina que no es cualquier tienda, es un X-24 (junto con las Oxxo están tronando a las auténticas tienditas de la esquina), quien me dice ufano, cuando cobra mi Cocacola de tres litros para los chavos de la oficina: “Ya llevo tres años sin tomar cocacola”… espero un día, cuando me asome al refrigerador de la casa, apostar por el antojo de esa agua de jamaica que hace mi esposa y admirarme de pronto, porque dejé de tenerle ganas a un poco de nieve de limón con cocacola.
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